MUSICA › EL FESTIVAL, ENTRE SOLEDAD Y EL DUO COPLANACU
› Por K. M.
Desde Cosquin
Después de una apertura donde el dueño de la plaza fue Jorge Rojas (la estrella folk del momento), el Festival de Folklore arrancó el domingo pasado marcado por el bullicio adolescente de la barra de seguidores de Soledad. En una jornada que lució algunos blancos en las plateas (unas 6 mil personas entraron en la Plaza Próspero Molina), la noche siguió con el Dúo Coplanacu, siempre bien recibidos y seguidos con destreza por espontáneas parejas de bailarines, la santiagueñada del violinista Néstor Garnica, el color y la música de los chayeros de la delegación de La Rioja, la voz de la riojana Bruja Salguero y la algarabía carnavalera de Los Tekis, entre otros.
Presentada poéticamente por el locutor Miguel Angel Gutiérrez como “la mejor de las esperanzas”, el ex Tifón de Arequito pareció querer mostrar otro perfil no bien abrió el telón: arrancó cantando sentada, sólo seguida por una guitarra, tranquilita. Pero enseguida arremetió con su despliegue coreográfico, para dolor de cabeza de esos plateístas que habían pagado 75 pesos la entrada y les tocó ubicarse detrás de los clubes de fans incontrolablemente saltarines.
Los seguidores de Soledad tienen un perfil bien diferenciado: llegan munidos de un arsenal de papel picado, globos celestes y blancos, serpentinas y espuma de Carnaval. Lucen remeras argentinas, además de las de la Sole en todas sus versiones, cantan olé olé, pan y vino, pan y vino. Lo suyo es una estudiantina musical, vivida con la pasión hormonal de la edad, pero de chicos buenos, con perfil de boy scout o de voluntarios de parroquia. Algo así como el estereotipo de la “juventud que se divierte sanamente”, esa que la misma Sole representa como joven de Arequito.
Los años pasan y Soledad está en un momento especial de su carrera. La chica creció y el cuerpo que luce bajo una torerita y una calza-bombacha de lo más sexy lo deja en evidencia. Pronto será una señora (ya todos saben que se casa en abril con Jeremías), y necesita encontrar un perfil diferente: ya no es aquella chiquita que revoleaba el poncho. Así que por el momento busca entre el pop y el folklore y guarda el poncho para el final, cuando anuncia “lo que todos estaban esperando”, y larga el revoleo contenido con “A Don Ata”.
Más allá de la apertura de Soledad, la segunda noche de Cosquín tuvo momentos de fiesta: la delegación de La Rioja, integrada por exponentes como Natalia Barrionuevo, Emiliano Zerbini y Lapacho Dúo, chayeros y vidaleros de Chilecito, acercaron los sonidos y el sabor de la Chaya, siempre regados por harina y albahaca. Otra riojana, la Bruja Salguero, también acercó el Carnaval junto a vidaleros y copleros como Tata Duarte, toda una institución en la región. Al cierre de esta edición, Cosquín comenzaba su tercera noche con una programación que incluiría a Raly Barrionuevo, Peteco Carabajal, Jorge Fandermole, la coplera salteña Mariana Carrizo, y el cierre con Los Guaraníes. Mientras, afuera de la plaza oficial, en la movida de las peñas –más numerosas que en años anteriores y para todos los gustos– otros guitarreros y cantores avanzaban con los suyo, multiplicados en cada calle de Cosquín y con cuerda para rato.
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