Del revuelo al silencio
El Proyecto Cruce obtuvo una dispar repercusión: desde la indiferencia al revuelo mediático. En el caso de Antiaéreos, los dirigibles diseñados por Gabriel Valansi, en parte por falta de información específica en el lugar, pasaron desapercibidos por quienes transitaron por Plaza de Mayo. Instalados allí, estos artefactos, más frágiles y pequeños de lo esperable, quedaron expuestos como obedeciendo a una campaña publicitaria en suspenso. En cambio, Tertulia, del músico Nicolás Varchausky y el artista plástico Eduardo Molinari, fue y volvió de la experiencia de la interdicción judicial, originada en las quejas de los vecinos que no vieron con buenos ojos que un montaje teatral, que relaciona música contemporánea con artes visuales, tomara como base de operaciones el cementerio de la Recoleta. La obra finalmente se estrenó el sábado con gran afluencia de público y en medio de la tibia protesta de algunos vecinos alineados a la entrada. No obstante la noche gélida del estreno de Pizzurno pixelado, de la coreógrafa y videasta Margarita Bali, concretado sobre el imponente edificio del Palacio Pizzurno, el público respondió a la convocatoria. El frío tampoco arredró a los que se avinieron a sumarse a la larga cola de ingreso al Pasaje Rivarola para asistir a la performance La marea, de Mariano Pensotti. Se trató de una sucesión de nueve historias de diez minutos subtituladas en video y armadas en la vereda, un balcón o el interior de los negocios de la cuadra.