Era tal la agresividad de las escenas que los chicos franceses se enviaban a través de sus celulares, que el 9 de marzo pasado el gobierno galo prohibió el registro de situaciones violentas con móviles y cámaras, con la excepción de los casos en los que esté involucrada la necesidad profesional de un periodista. La nueva legislación busca poner un freno al Happy Slapping, uno de los tantos fenómenos que vienen de la mano de los teléfonos multimedia. La movida consiste en grabar el rostro de un inmigrante, un profesor o un nerd en el momento en que recibe una cachetada (slap, en inglés). La posibilidad de envío rápido de las imágenes ha hecho que estas películas –mezcla de Dogma 95 con cine snuff pasado por agua– se reproduzcan como hongos en las escuelas del mundo industrializado. Los profesores y los legisladores culpan una vez más a las series de TV y las estrellas de rock. Un enfoque más inteligente es el de un blogger (lacinefilia.blogspot.com) que se pregunta: “¿Qué demonios hace un chico de 12 años usando el celular tantas horas por día?”.