Jorge Drexler se mueve cómodo en las entrevistas, es de esos entrevistados que hacen fácil la tarea. Tiene una explicación: prefiere no hacerlas con piloto automático. “El automatismo es un sector de la acción muerto. Y no cambiar, no evolucionar, es empezar a morir antes de tiempo. Si vas por la vida actuando mecánicamente, hay todo un momento de presencia que perdés. Yo prefiero ir por la vida sin el piloto automático: si salgo a hacer una sesión de fotos, por ejemplo, me gusta proponer cosas, no quedarme parado como un zombi esperando lo que diga el fotógrafo.”

–Pero a la sesión de fotos número cincuenta, ¿no le dan ganas de poner el automático?

–A mí me cansa mucho más una sesión de fotos con el piloto automático que una donde estás atento, entrás en algo, te recostás en una barandilla y decís: ah, estoy en Buenos Aires, detrás está el Obelisco, estoy en un lugar donde veo amigos y disfruto de esta ronquera festiva que tengo. Claro que a veces no tenés más remedio que el piloto automático, pero es el tipo de entrevistas que alegremente no haría, si lo supiera de antemano. Entonces lo que hago es terminar el trámite e irme, como quien va al escribano. Pero pudiendo elegir, elijo estar en el presente. La presencia es un acto de audacia. Es mucho más fácil y te sentís más protegido con la coraza del piloto automático. Lo que pasa es que esa coraza no deja entrar a los agresores pero tampoco al amor, no deja paso a nada de la interacción humana. Es como pasar por la vida sin pasar.