Miércoles, 2 de mayo de 2007 | Hoy
¿Trabajar con Muscari es lo más parecido a convertirse en una chica Almodóvar?
–En todo caso diría que Almodóvar es parecido a Muscari. De golpe, Almodóvar no sabe que tiene una parte de su ser en Muscari. Pero son dos cosas distintas: dos humores encarados desde distinto lugar y distinta posición. En escena es más volado Muscari. En el contrato me encontré con que todo mi cuerpo le pertenecía a Playboy. Como cláusula tenía que llevarme mi cuerpo, y si quería salir a la noche tenía que pedir permiso. Me espanté, envié un mensaje urgente a Muscari diciendo que no podía aceptar las condiciones del contrato. Yo no puedo pertenecer. Amo a esa gente, querría trabajar toda la vida con Playboy, pero con mi cuerpo saliendo y entrando libremente.... El péndex te cuida en todo; me dijo que ya estaba hablado, que lo mío era comedia y que mi cuerpo me pertenecía totalmente. Los contratos tipo no me gustan; traeme otro tipo....
–Como una diva....
–Hay que tener seguridad de por dónde querés ir; y saber que la gente está con vos y que te quiere. Hoy amaría tener otro programa en Playboy, que es de un brillo y creatividad muy altos. He estado protegida.
–¿Por qué en Circo rojo elude las situaciones de sexo directas?
–A esta altura, aconsejo muy bien. Me gustaría explicar al elenco la suerte que tuvieron de que el entorno tuviera que ver con el personaje. Si te dan una cerveza, tené la cerveza. Tu cuerpo te pide la cerveza. Si te dicen: Negra, hacé de cuenta que es una cerveza, pero tomate un agua, dale..., está todo mal. El actor tiene una exigencia gustativa, de estímulos.
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