¿Qué momentos de su filmografía rescata como escenas o diálogos imperdibles?

–A mí me deberían haber otorgado el Premio Revelación de Cine por En retirada. Yo le mentí mucho a la cámara. Yo dije: soy bailarina y soy actriz, y tengo que sentir lo que me produce este hombre. Nos encerramos con Ranni y el dire en un cuarto y la hicimos. Después estuve en un pueblo, en Santa Fe, en el casamiento de un amigo, y apareció un pibe de unos 25 años, y me dijo que a él lo chuparon con su hermana embarazada. Le abrieron la puerta a patadas, la hermana nunca apareció. Me apartó de la reunión para preguntarme si yo había sido chupada y si me habían torturado: en mi escena tuvo que salir de la sala por lo verídica que era. Y después no he tenido grandes personajes en películas, me lo están debiendo.

–¿Y qué le debe usted al rock?

–El impacto que tuvo en mí el tema “Caminando por el microcentro”, de Attaque 77, fue muy loco. Yo siempre había querido tener mi propia banda, cantar en Buenos Aires. Sin quererlo, lo hice, amada, ovacionada por siete mil pibes en Obras. Ellos me cumplieron un sueño: son la incógnita de la vida; no hice absolutamente nada para cumplir un sueño, y la vida me lo regaló. Yo no creo en la trascendencia que se esperaría a través de un cuadro o de un prócer. No creo en la trascendencia a través de los hijos, pero sí creo en la emoción.