La Feria me pareció muy bien. Vi vasitos de plástico, setecientos stands y algunas señoras. Un amigo íntimo me presentó un libro y al día siguiente yo presenté el suyo: ninguno de los dos leyó el libro del otro. Hubo alguien que recibió algún premio, a no sé quién le robaron la cartera y el señor Lanata tuvo (y me extraña bastante) un ataque de amor en algún lado. La gente de las colas tuvo tanta paciencia que daban ganas de pedirles perdón. La cerveza costaba un potosí imperial y el café valía como un cafetal entero. Las escaleras mecánicas no se descompusieron, lo cual indica que la crisis ya pasó. Según las estadísticas oficiales, se han vendido 1040 novelas de espionaje, 2666 manuales de felicidad exprés y un librito de poesía con la tapa muy linda. Hubo un momento en el que tuve pánico, pero un vigilante me auxilió con todo cariño. La cultura es algo absolutamente imprescindible para las autoridades. En resumen, no se podía fumar.

* Escritor.