Alto impacto produjo el afiche de la mujer de la boca abierta, auspicio del canal Sony (100 por ciento actitud), en numerosos mingitorios porteños. Una versión de una rubia y otra de una morocha, bien pálida y sajona la primera, morena y con una melena de indudable raigambre afroamericana la otra, están unidas por el atuendo de fiesta, el abundante y expresivo escote y las intenciones non sanctas que dedican al meón. Miran hacia abajo, en un ángulo que se dirige al punto, azoradas por lo que están comprobando del tipo (en cuestión) elevándole el rango (en un instante) de oficinista o paseante anónimo, a semental que las abruma por el tamaño, en un caso de publicidad insoslayable, que no podría pasarse por alto, y que podría resultar inhibidora pero que pretende trabajar positivamente sobre la autoestima, a diferencia de los accesorios dibujados para afear a los que se miran en espejos. “Estos nuevos medios tienen un 84 por ciento de efectividad en la difusión del mensaje, especialmente en los shoppings, donde los baños son mucho más grandes que en cualquier bar, y te permiten colocar más carteles, aproximadamente 40 por baño”, dice Clara Mollo, de Cool Time.