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Domingo, 9 de octubre de 2005

TELEVISION › COMO ES EL REALITY “ROCKSTAR: INXS”

Ordeñando la vaca del éxito, a muerte

Una banda que fue exitosa busca llenar el hueco que dejó la muerte de su líder.

Una banda de rock que fue exitosa busca un cantante capaz de llenar el hueco que dejó la muerte de su carismático líder y no tiene mejor idea que hacerlo en un reality show. Ante semejante realidad y poniendo una pizca de melodrama –de ese que tan bien maneja Mark Burnett–, se podría sentenciar que el rock ha muerto. Y resultaría apropiado, si no fuera porque el rock ya murió y resucitó tantas veces que quienes hacen esa clase de afirmaciones quedan inevitablemente en offside. Pero la aparición de Rockstar-INXS da por lo menos para cuestionarse ciertos principios que se supone que el rock –y la “cultura rock”, como tanto le gusta repetir al Indio Solari– debería encarnar. No es cuestión de posiciones extremistas, de “que se muera” tal o cual, como se canta en algunos recitales, sino de pensar si a esta altura tiene sentido seguir creyendo, por ejemplo, que el rock puede cambiarle la vida a alguien en otros términos que no sean los de llenarles la billetera a las estrellas o de crear un mundo de fantasía –a la American Idol, pero con “aguante”– para chicos que se toman demasiado en serio el “legado” de ciertas bandas.
Si la respuesta es positiva –esto es, si el rock sirve para mejorarnos como personas y en nuestra relación con el mundo–, entonces quienes quedan en offside son las estrellas que se empeñan en seguir ordeñando la vaca del éxito incluso cuando se les interpone la muerte. Hagan lo que hagan, los INXS sobrevivientes no podrán disimular el hecho de que Michael Hutchence murió y de que nadie podrá reemplazarlo en la química de la banda. Y a eso hay que sumarle que pasaron demasiados años sin acción como para arrancar de nuevo. No hay más que ver los lamentables resultados de otros engendros similares (Queen sin Freddie Mercury, The Doors sin Jim Morrison) como para imaginarse un futuro similar para INXS. En el capítulo inicial de Rockstar, el guitarrista Tim Farriss les aclara a los quince participantes que, mientras se decide quién de ellos estará frente del micrófono, el resto de la banda se encerrará en un estudio para dejar listo un álbum en el que sólo faltarán las voces. No sea cosa de que a la nueva estrella se le ocurra hacer algo más que cantar y tener buen look sobre el escenario. Imagínense que quiera componer y cobrar derechos de autor. ¡Horror!
Pero puede que uno afirme que es hora de que los valores que alguna vez tuvo el rock sean definitivamente enterrados y se acepte que los artistas sólo son entertainers.Entonces habrá que pensar en cuánto logrará validar a INXS la búsqueda de su cantante a través de un reality en el que quien mueve los hilos del drama es un verdadero experto. Por eso es que Rockstar resulta atrapante: Burnett logra que el espectador “vote con la billetera”, según sus términos, y que se olvide de cualquier juicio de valor sobre cuán rockero o no es el sistema para elegir a la futura estrella. Además, el productor ha conseguido que una figura central del rock alternativo norteamericano como el guitarrista Dave Navarro (ex Jane’s Addiction y Red Hot Chili Peppers), aunque devenido celebrity tras su matrimonio con la chica hot Carmen Electra, sea quien los ayude a juzgar cuál de los aspirantes da la talla para rockstar. La duda es que, si los valores rockeros están bajo tierra y todo está permitido en la era del entretenimiento, ¿por qué será que el reality insiste tanto en diferenciarse de los de aspirantes a popstars?

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Tim Farriss y Dave Navarro, en manos de Mark Burnett.
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