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La primera gran paradoja del festival fue el viernes, en el show de Los Piojos. Andrés Ciro respondió a las exigencias del público, que coreaba “el que no salta es un inglés”, tocando el Himno con su armónica. Pero la explosión popular no fue tanto por el brote de patriotismo sino por la presencia de Diego Armando Maradona. El Diez aplaudió a rabiar a sus ídolos rockers, después se subió al escenario, tras una furiosa versión de Maradó y se puso a jugar a la pelota con Ciro. Como hace habitualmente, la paró, la durmió, la descosió un ratito y, para rematarla a su manera, improvisó un vaivén de cabeza con el cantante, conocido en cualquier picado como “un coca cola”. Azarosamente, los cabezazos fueron cuatro –justo para formar la palabra de la competencia– y Diego se bajó lo más pancho, tomando un sorbo de Pepsi. Sin darse cuenta, el nuevo Maradona quedó bien a dos puntas y a los organizadores, claro, se les escapó el detalle. Dato al margen, once canciones después, el líder de Los Piojos anunció que la banda “después de tanta tristeza” despedirá el año el 10 de diciembre en la cancha de Boca.