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Domingo, 1 de julio de 2007

UN RECORRIDO POR LAS COPAS

Vinos y mezclas

Cuando es el turno de pensar en bebidas, la que asiste en la tarea es Marina Beltrame, la sommelier de Notas de Cata y directora de la Escuela Argentina de Sommeliers, que asegura que la supremacía entre los vinos es del Malbec. No hay con qué darle; se asocia bien a la pasta y al asado por su capacidad para barrer las grasas de la carne con sus taninos; pega bien por su color intenso con una cierta necesidad de alto perfil e impacto visual que podría asociarse algo forzadamente a rasgos de una idiosincrasia colectiva. “Sigue siendo el Malbec –dice Beltrame–, porque es una uva que se dio bien y no hay en otros lugares del mundo. La calidad es buena. Tiene un color rojo violáceo muy intenso, casi púrpura, hasta negro en algunos casos. Muy atractivo. En nariz, da una reminiscencia a mermelada, ciruela, especias como clavo de olor. Cuando se lo pasa por madera, queda muy bien integrado. Y se acomoda bien a nuestras comidas clásicas, como la parrilla y las pastas. Tiene taninos discretos, justos para barrer con la grasa de la carne en un asado”.

Si la tendencia histórica es a la valoración de vinos de alta concentración, con afinidad del público local a los pasados por madera, desde que la compra se complicó por los costos elevados de las barricas importadas, hay una novedad bien criolla: estaría dada por la buena calidad de los vinos económicos. “Se intenta que recuerden aromáticamente a madera, sin haber pasado por madera. Por debajo de los 30 pesos, nunca pasan por madera”, dice. Lo verdaderamente original –sin embargo– no parece estar en el campo del vino sino en el fenómeno del aperitivo retro: es una mirada hacia el pasado que expande en diversos bares y discotecas el Cynar, el Pineral y el Fernet (este último desde hace un tiempo mayor), concentrando varios sentidos con buen status al mismo tiempo: dandismo, buena vida, espíritu melancólico.... También el dry martini, el Campari con naranja, el whiscola circulan entre los chicos sub 25, en un puente directo con las ingestas de sus abuelos, pero que proviene menos de la memoria familiar que de los últimos hits publicitarios en la tele. Especialistas pedagógicas como Narda y la misma Marina Beltrame no hicieron poco para difundir las bebidas antes extrañas y hoy consumos frecuentes. “Vuelven porque es una cuestión cultural. Es bueno variar el vino, dar diversidad a la bebida. Es auspicioso poder armar un menú con un aperitivo, cambiar de botella en una cena”. Pero, ¿por qué la búsqueda es hacia atrás? ¿Qué sentidos reúne esta vuelta de bebidas que reinaron durante los años 50? “Son clásicos –sigue Marina Beltrame–; la gente los recuerda, son ricos... Hay productos que son verdaderamente muy nobles”.

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Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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