No es el primer caso de cruce generacional –profesional– entre hijos y padres, que da el rock argentino: ya lo hicieron Miguel Cantilo, Miguel Botafogo y hasta Pappo, cuando se trababa en interminables zapadas con su hijo Luciano; pero el caso Soulé es singular: viene desde la cuna. “Uno de los recuerdos más vívidos es tener a Gabriel –a quien le compuso ‘Mi Gabriel’– en la cuna, bastante antes de incorporarse, con un mosquitero cubriéndolo de los mosquitos y los plomos pasando con columnas y bafles despacio por al lado suyo, para no despertarlo. Su vida estuvo inmersa en el rock, de la manera más entrañable, aun a pesar de él. Gabriel nació en un ambiente de rock desde lo musical y lo práctico. Su capacidad de adaptación se manifiesta naturalmente.” Gabriel, que acaba de editar su propio CD –Iluminud– con su grupo Maple Azul, agrega: “Me crié y me aferré a la música que se escuchaba en casa. Tenemos una conexión con muchos sobreentendidos. Somos como una pareja de truco de muchos años, donde hace falta decir pocas cosas”.