- Florida: reino de estatuas vivientes entre las que se destaca La Gárgola, pero tienen un lugar propio los dueños de paraguas arrastrados por un simulacro de tormenta, la tradicional blanca grecorromana y las más recientes formaciones abstractas, que suprimen la forma humana en pos del colorido y el espiralado que oculta brazos, torso y piernas. Es la zona que menos varió su paisaje durante estas vacaciones, dominada por los músicos folkloristas, el baile del tango en la vereda y la venta de muñecos y chales sobre lonas, como durante el resto del año.

- Corrientes, entre L. N. Alem y 9 de Julio: las puertas del Gran Rex, del Broadway y del Luna Park son territorio fértil para la venta, el servicio y la promoción, siempre con la condición de incluir alguna referencia artística, como un gato actor, una dibujante de rostros, un vendedor artesano de alitas de peluche como las de Casi ángeles y un muñeco Barney relleno con una resistente, esa otra forma de arte.

- Shopping Alto Palermo y Abasto: son territorio exclusivo de muñecos rellenos con humanos, pero aquí en performances actuadas y participativas, o dispuestos a dar el abrazo o firmar el autógrafo, como si en realidad fueran Barney escapado de la pantalla, sin demandar dinero a la gorra ni pago de entrada, solamente aprovechando la promoción masiva y gratuita que ofrece la aglomeración.

- Plaza Francia, Parque Centenario y otros espacios verdes: allí todavía reinan los clásicos, el malabarista, los artesanos de móviles colgantes, muñequitas, velas y jabones, en ferias o por separado, pero ahuyentados por las últimas ráfagas de frío polar que vaciaron de changarines de cultura a los espacios verdes.

- Subterráneos: estas últimas dos semanas proliferaron los contadores de chistes, los grupos de teatro a la gorra que, en general, representan peleas o persecuciones entre los vagones, en combinación con los más tradicionales malabaristas, guitarreros y cantantes a capella que se reparten entre las cinco líneas porteñas.