LITERATURA
- Guillermo Dameno (arquitecto, compañero de escuela de Ortega Peña): “Era el tipo más pacífico del curso. Muy callado y disciplinado, jamás me hubiera imaginado lo que vino después. No tenía inclinación por la política; imposible pensar que se metiera en líos”.
- Arturo Peña Lillo (editor): “A Rodolfo y a Eduardo los leía la juventud universitaria. Había una gran avidez por todo lo que suponía una revisión de la historia. Ellos no negaban su filosofía marxista. Hacían gala de ese marxismo, no sé hasta qué punto estudiado a fondo. Había un gran movimiento de izquierda marxista pero desde el punto de vista del trotskismo. El otro sector, que no sé hasta qué punto era marxista, era el Partido Comunista. Pero ellos renegaban del PC, porque el PC era bien liberal”.
- Vicente Zito Lema (poeta y militante): “La gente en la facultad sabía quién era Rodolfo. Tenía peso propio. Lo conocían por su vozarrón, por su tamaño, por su andar. Tenía un andar como el de alguien que sabe adónde va. Caminaba como Cortázar, balanceándose, como si fuera un marinero en alta mar, que avanza, que es azotado por vientos, pero que uno sabe que va a llegar”.
- Marcelo Stubrin (ex diputado radical): “Era un hinchapelotas profesional. Pedía la palabra, se metía, molestaba, era un tipo muy activo y de una inteligencia única”.
- Eduardo Paredes (cronista parlamentario del diario La Opinión): “Era muy irónico y no se repetía nunca. Cuando tomaba la palabra, sus fundamentos eran políticos, no técnicos. Tenía un gran coraje para meterse en aquella cámara con un treinta por ciento de diputados de extracción sindical”.
(En La ley y las armas, Aguilar)
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