Julieta Díaz se dio a conocer masivamente tras su rol de mujer policía rústica y barrial en 099 Central: por ese papel obtuvo un Martín Fierro a la actuación secundaria. En sus trabajos en televisión, siempre desarrollándose en el marco de la usina de tiras y unitarios de Pol-ka, prefirió recorrer los márgenes del realismo, cargando de énfasis y de crispación a su criatura de Locas de amor (donde fue Juana, en recuperación extrahospitalaria, en convivencia con los personajes de Soledad Villamil y Leticia Brédice y amoríos con el personaje de Alfredo Casero), Soy gitano y Mujeres asesinas, a cargo de reiteradas incendiarias o vengadoras que se ocuparon de resolver las cosas sin medias tintas con sus hostigadoras madres y parejas. En teatro, protagonizó El pan del adiós, Emma Bovary y actualmente se la puede ver en La Celestina, junto al actor Sergio Surraco. En cine, debutó con Herencia, de Paula Hernández, innovó como una de las primeras princesas no judías de la filmografía de Daniel Burman (como la profesora de gimnasia que ayuda a que el personaje de Daniel Hendler se asuma en sus treinta) y la mujer fatal que requiere los servicios del detective de Ricardo Darín en La señal, un proyecto original de Eduardo Mignogna. No pudo verse en la Argentina, y no hay planes inmediatos de que eso pueda revertirse, la película La mano de Dios, de Marco Risi, en la que interpretó a Claudia Maradona.