LITERATURA
Por gordito, pecoso y narigón Li se había jugado a que yo era judío, verme luego el prepucio lo había deprimido profundamente, en general lo deprimía no poder distinguir a los moishes, porque en realidad ni el pito cortado en los hombres ni las caderas anchas en las mujeres ni la nariz aguileña en ambos servían de guías fiables, se quejó, a veces ni siquiera el apellido podía usarse de prueba, era como luchar contra un ejército invisible, y él con sus ojos como almejas, el mundo era injusto. La amargura había sido tan grande que pensó en abortar su misión, si no lo hizo fue porque ya se había comprometido con la policía, le habían posibilitado la fuga del juzgado y habían dado la orden de no difundir mi foto ni buscarme así que ahora él no podía echarse atrás, o les solucionaba el caso de los incendios o debía volver a la cárcel.
* Fragmento de Un chino en bicicleta (Norma).
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