De acuerdo con investigaciones de la Cámara Argentina de Productores de Fotogramas y Videogramas (Capif), el 75 por ciento de los argentinos reconoce que comprar CD en un puesto callejero es ilegal. Internet muestra un panorama similar, ya que el 44 por ciento de los encuestados reconoce que bajarse canciones gratuitamente va a contramano de las regulaciones vigentes. A pesar de eso, el año pasado se descargaron en el país 608 millones y medio de temas a través de sistemas de intercambio de archivos, en un mercado musical local en el que el 60 por ciento de los productos comercializados es pirata.

Lentamente, el aumento de conexiones por banda ancha va dejando en claro que en el mediano plazo el fenómeno no hará más que generalizarse. De hecho, distintos estudios de la industria indican que más de la mitad de los “bajadores” de música se inició en el último año y medio.

Ante este escenario, ya se perciben pequeñas y prometedoras innovaciones. Mientras los grandes estudios cinematográficos están preocupados por encontrar formas efectivas de proteger y encriptar sus contenidos; el nuevo disco de Radiohead (www.inrainbows.com) ya puede comprarse a través de la web según el precio que quiera ponerle cada comprador, y la llamada “área pública” (Creative Commons, en inglés) empieza a recibir los aportes de artistas de la talla de los Beastie Boys, Pearl Jam, Brian Eno, David Byrne y el músico y ministro de Cultura de Brasil, Gilberto Gil.