- “La actividad fue intensa, el teatro está vivo a pesar de todo. La mayor vergüenza es el conflicto que paraliza al Cervantes. Un fracaso de los funcionarios, artistas, técnicos y los ciudadanos que no cuidan su patrimonio. El teatro promovido por el gobierno de la ciudad mostró el agotamiento de la eterna gestión del Complejo Teatral. En cuanto a lo independiente, se produjo un avance importante para la habilitación de las salas, a partir de un subsidio otorgado por el Gobierno para poder terminar con los problemas que se arrastran desde Cromañón.” (Rubén Szuchmacher, actor y director.)

- “Es ya casi un lugar común decir que la actividad teatral hace a la identidad cultural de Buenos Aires. Y también al país, sobre todo desde la creación del INT. La creatividad y el talento quedan evidenciados en el modo en que Agustín Alezzo y Julio Chávez jerarquizaron una obra que podría haber sido mucho menor en otras manos: Yo soy mi propia mujer. El teatro independiente siempre sorprende en los bordes, en espacios de experimentación que ofrecen obras como El trompo metálico, brillante ópera prima de Heidi Steinhardt en el Rojas con un elenco notable. Y hubo un hecho fundamental para quienes creen en la capacidad de lucha de la gente de la cultura: la movilización permitió llegar con la exigencia de reapertura a la Casa Rosada y resultó en la resolución del conflicto en el Cervantes.” (Hugo Urquijo, director y médico psicoanalista.)

- “Este año pude ver varios espectáculos: Un enemigo del pueblo, Atendiendo al Señor Sloane y Yo soy mi propia mujer, y en el under, Manifiesto vs. Manifiesto, Espía a una mujer que se mata, De mal en peor. No es necesario descubrir el talento de los actores y directores: es teatro argentino, con la multiplicidad que lo caracteriza. El entusiasmo, talento, coraje y creatividad de estos espectáculos, su enorme pasión, confirman que el teatro argentino -–desde sus espectáculos más serios hasta sus expresiones más vanguardistas– pasa un momento histórico. La enorme cantidad de elencos en Buenos Aires y las provincias no me hacen dudar en decir que nuestro movimiento es de los más importantes del mundo. Nuestra juventud busca apasionadamente una nueva identidad cultural y estética, en este nuevo encuadre sociopolítico. El joven europeo, salvo rarísimas excepciones, carece de ese vigor y creatividad. Festejémoslo: una nueva fuerza estética nos posee, la maravillosa búsqueda de nuestra identidad, que nos empuja a los viejos a seguir entrenando.” (Eduardo Pavlovsky, actor, dramaturgo, director, docente y psicoanalista)

- “Lo más llamativo fueron La gata sobre el tejado de zinc caliente y Muerte de un viajante, Atendiendo al Señor Sloane y Los padres terribles. Obras fuera de la esfera oficial y la gran mayoría insertadas en lo independiente, pero con producción comercial, actores y directores reconocidos, cuidadas realizaciones. Me llamó la atención que varios espectáculos abordaran el tema del nazismo: el musical Cabaret, Camino del cielo, de Juan Mayorga; El hombre de la cabina de cristal, de Robert Shaw; Todo verde y un árbol lila, de Gené, y los textos de Trilogía del nazismo, bajo mi dirección, que permitió conocer la interesante dramaturgia del joven rosarino Leonel Giacometto.” (Alejandro Ullúa, director.)

- “Rescato muchas obras, pero elijo tres: Re–genias, El último yankee, donde se destaca el trabajo de Beatriz Spelzini; y de Romina Paula Algo de ruido hace. Altamente oxigenante fue ver tanta Sarah Kane, tanto Jean Cocteau, que sean furor... y que la gente vaya. Yo empecé dirigiendo TV erótica para Playboy, seguí junto a Adrián Caetano con un unitario para el 7 y terminé estrenando en el circuito oficial mi Biodrama. Hago apología de lo ecléctico: me gustó ver figuras reconocidas en pequeños teatros, con ganas de decir cosas por fuera de lo comercial o la TV. Y nuevos creadores apropiándose de las vidrieras estandarizadas. Está bueno que haya movimiento. Como en el cuerpo humano, lo que se aquieta se atrofia.” (José María Muscari, actor, director.)