Liliana Heer nació en 1943 en Esperanza, provincia de Santa Fe, “una colonia agrícola fundada a mediados del Siglo XIX por suizos alemanes y franceses convencidos de su ‘función civilizadora’”, cuenta Heer en su página web (www.lilianaheer.com.ar). “Algo de ‘colonia penitenciaria’ tenía esa extraña población. Disciplina y rigor eran los tonos que imperaban, matizados por festividades en las que el delirio voluntarista y los brindis engrandecían aún más el valor de ser ‘inmigrantes puros’. Yo veía a esa gente con el asombro que se experimenta ante un circo de gigantes. Ellos representaban un personaje hasta cuando se mordían la lengua. Como si todo hubiera sido público y en el rincón privado las máscaras se hubiesen fundido a la piel. Me resultó muy difícil crecer entre semejantes modelos. Primaba el estoicismo. No había palabras para lo subjetivo, y como no había palabras, proliferaban los síntomas.” Es escritora y psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Publicó los relatos Dejarse llevar (1980), las novelas Bloyd (premio Boris Vian 1984), Frescos de amor (1995), Angeles de vidrio (1998), Repetir la cacería (2003) y Pretexto Mozart (2004). Varios de sus textos fueron traducidos al inglés, italiano, francés y serbio. Desde 2002, dirige con Arturo Frydman las Autopistas de la palabra, jornadas de Literatura y Psicoanálisis, realizadas en la Biblioteca Nacional.