En todo el mundo, el consumo de pornografía crece y se diversifica. ¿No han sabido los cines incluirse en un furor que atañe a Internet, a los canales codificados y al alquiler de DVD? Los distintos eslabones de la industria tiran sus dardos contra los 17 estoicos.

Marcelo, encargado del DVD club American Top Video, dice que “hay un aumento de consumo en los últimos años, y sale mucho lo nacional. Víctor Maytland es el más conocido porque es el más antiguo, pero hay más. Los dueños de los cines hace bastante que no vienen a alquilar. Por suerte la gente deja de ir a los cines y viene acá”. Desde una distribuidora líder (Butman), Omar Huarte también cierra filas: “Los cines son para marginales que van a buscar otras cosas al cine. En cambio en las casas hay gente que mira películas sola y otra que lo hace con la pareja”.

El cronista Jerónimo Andreu escribió que “el caso de la pornografía encierra una paradoja única, porque la decadencia de las salas coincide con la edad de oro del sector”. Según la web de análisis de consumo ToptenReview, en Estados Unidos se produjeron 13.600 títulos en 2006, diez veces más que en 1988. “Sólo en España –sigue Andreu– los cines redujeron, en cambio, 20 mil espectadores de los índices de 2002.” Allí lo sondeó el Ministerio de Cultura de José Luis Rodríguez Zapatero; aquí nadie se intrigó por la materia y hay que basarse en la opinión de los pocos dueños fuera del closet. “La media de públicose mantiene estable, pero todo es más caro, al triple del valor; los equipos, la higiene, la compra o alquiler de las películas: todo es importado”, dice un propietario a pérdida. En el Ideal estarían dispuestos a especializar una sala para el cine nacional, tal vez una estrategia para recuperar la mística, el target reducido, o para impulsar una industria opacada por las multinacionales. Con sólo convocar a los conocidos del director, a sus familias y amigos, se verían beneficiados, como cuando Víctor Maytland llena la sala de Suipacha con su troupe de señoritas y sementales para brindar por el estreno de una nueva copia. Aunque en esas oportunidades, como Maytland es amigo de la casa, Monterrey no corta un solo ticket.