Casi como un alquimista, o también puede pensarse como un férreo adepto de la cultura new age, Arana confiesa que tiene la necesidad de que durante la grabación de los programas ocurran “ciertas magias”. “Soy muy perceptivo de esas coincidencias que hacen que en medio de la presión por hacer un buen programa y que mida bien, te rescatan de la burbuja”, explica. En Vidas robadas, dice, el momento mágico se dio en medio de la grabación de las primeras tomas en Bariloche, que llevaron a que su personaje Bautista cambiara el apellido de Carrasco por Amaya. “Hubo un cambio en el nombre, pero no por una cuestión de derechos sino por un motivo precioso”, aclara Arana. “Resulta que hay un escalador argentino excelente de apellido Amaya, que nos facilitó absolutamente todo cuando estuvimos en Bariloche. Entonces, a la producción se le ocurrió cambiarle el apellido en homenaje a este tipo que nos sirvió de valiosa guía en el tiempo que grabamos en Bariloche. Y pese a que ya se habían grabado escenas, se decidió ponerle su apellido para que él también esté presente en el ciclo, incluso pese a que hubo que regrabar escenas”, comenta Arana. Y, fiel amante de los deportes extremos, continúa fascinado hablando del escalador de Bariloche. “Es un tipo cuya vida se desarrolla en función de la montaña. Uno de esas personas que conocen todo y cada uno de los detalles del lugar y hasta si va a llover, nevar o va a caer una nevisca.”