Consciencia viene reforzado por un plus en forma de libro con título englobador: El cantar de Miguel Cantilo (Galerna). 270 páginas en las que el cantautor, además de transcribir las 202 canciones editadas que compuso en 39 años de trayectoria y explicar el espíritu de cada uno de sus discos, regala un bonus: letras para usar. Como alguna vez hizo Armando Tejada Gómez con sus Tonadas para usar, Cantilo agrega un apéndice con 15 textos sin música que buscan dueño. “Son textos a los que no les pude poner música... La idea es que alguien se inspire y lo haga”, dice. El trabajo le sucede a ¡Chau loco!, una mirada sobre el hippismo en la Argentina de los setenta que Cantilo editó por la misma editorial, y muestra el devenir del artista desde la época de “Los caminos que no sigue nadie” y su realismo (pedir lo imposible) hasta hoy, pasando por el péndulo de luces y sombras que identifica su obra: desde la popularidad de “Yo vivo en esta ciudad” o “La marcha de la bronca” a las varias censuras del Comfer (“La máquina de impedir”); desde la fuga hacia el sur y su correlato cancionero (“El Bolsón de los cerros”, “Naturángel”) hasta las dificultades de hacer en dictadura (“Punch”), el renacer de la democracia (“La gente del futuro”) y los bemoles de la segunda década infame, que lo corrió al anonimato por decir cosas que la industria no quería oír.