Donde se da el resultado del enigma de la ruleta y se publica una carta atrasada sobre el pensamiento y el lenguaje
Por Leonardo Moledo
–¡Reaparecieron nuestros amigos de 2º C del Instituto San Martín! –dijo el Comisario Inspector–. La verdad es que ya los extrañaba.
–¿Son los mismos que escribían el año pasado? –preguntó Kuhn–. Porque nuestros amigos del año pasado ahora deberían estar en tercero, o por lo menos eso supongo.
–Mmmm... –dijo el Comisario Inspector–. Supongo que ellos mismos lo aclararán. Los felicito por la solución del enigma, aunque le sugiero al profesor Carreira que vigile la ortografía de sus alumnos.
–También contestaron otros amigos de la sección, todos con la respuesta correcta. En particular, David No Alejandro Alfie envió una solución muy completa.
–También había enviado una solución muy ingeniosa al enigma de los banqueros ladrones –dijo el Comisario Inspector–. Lo interesante es que tenemos, además de la carta que debíamos de Orlando Samartín, varias sobre el problema del pensamiento y el lenguaje, entre ellas, una larguísima, como de costumbre, de nuestro viejo amigo Agustín Alvarez, el de las infinitas imágenes.
–No podemos publicarla –dijo Kuhn–. Esta vez tenemos espacio, pero no tanto espacio, por culpa de la luna.
–Es particularmente interesante lo que dice Eduardo Felizia –dijo el Comisario Inspector–, aunque no me queda claro por qué, si el cerebro es una máquina de Turing (cosa que por supuesto no pasa de ser una conjetura como cualquier otra) el lenguaje es imprescindible para el pensamiento.
–Quizás Eduardo Felizia pueda aclararlo –dijo Kuhn.
–Naturalmente, ahora comparamos el cerebro con una computadora, o con una máquina de Turing –dijo el Comisario Inspector– así como antes de que existieran las computadoras a alguien se le podría haber ocurrido comparar el cerebro con una máquina de ruedas y engranajes.
–O, antes aún, dentro del paradigma de los humores, con una procesadora química de humores.
–La pregunta, que es como una mirada al lejano futuro es: ¿qué máquinas vendrán alguna vez, con las cuales se podrá comparar al cerebro, qué nuevos modelos habrá, que harán parecer ridículo al modelo computacional?
–Bueno, quizás máquinas lingüísticas –dijo Kuhn–. Si uno se imaginara que el lenguaje es algún tipo de máquina... bueno, no sé.
–¿Y si las estrellas son máquinas, por qué el lenguaje no podría pensarse como una máquina, terroríficamente más compleja que cualquier máquina que conozcamos hoy?
–Máquinas complejas –dijo Kuhn–. No sabemos nada de eso. Nuestras máquinas, incluyendo a las computadoras, son asombrosamente simples.
–El lejano futuro produce pánico existencial –dijo el Comisario Inspector– sin embargo, nosotros sabemos, o por lo menos tenemos algunas ideas generales sobre el comportamiento del cerebro, y sabemos que tiene un componente eléctrico fundamental, aunque en este terreno tan resbaladizo estaría dispuesto a aceptar que tal vez estemos atrapados por un paradigma sin poder salir de él. Y encima, hay algo que sobrevuela esto y que hiere el delicado sentido analítico de la policía. A saber: estamos haciendo conjeturas sobre algo (el pensamiento) que no sabemos qué es.
–O que por lo menos no hemos definido con claridad –dijo Kuhn.
–Aquí iba mi objeción analítica –dijo el Comisario Inspector–. ¿Se puede descomponer un pensamiento en algún tipo de unidades simples?
–Dejemos el problema planteado a nuestros lectores –dijo Kuhn– y vayamos al enigma.–Bueno, el enigma. Quedó claro, en todas las respuestas, que el número 9 es algo así como “neutro” respecto de la suma de las cifras de un número, esto es, que haya un nueve o no haya un nueva da lo mismo. Así, yo puedo asegurar que la suma de las cifras del número
19999999999999999999999999999999992
es 3, igual que la suma de las cifras de 12.
–Bueno, ¿pero cuál es el enigma? –preguntó Kuhn.
–El siguiente. En binario, los número se escriben: 1, 10, 101, 110, 111, 1000, y así siguiendo. El papel del nueve (uno menos que 10) lo juega el 1. En notación ternaria (base 3), los números son 1, 2, 10, 11, 12, 100... y así siguiendo, y el papel del nueve lo juega el 2. En notación en base 7, el papel del 9 lo juega el seis, y así. La pregunta es: ¿en todas estas notaciones el número que juega el papel del 9 es neutro para la suma de las cifras? ¡Veamos qué dicen los alumnos del Instituto!
–¿Y qué dirá David No Alejandro Alfie? –dijo Kuhn– ¿y Daniel Roseenvaser? ¿Y Agustín?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿La regla del 9 es general en cualquier sistema de numeración? ¿Se podría descomponer el pensamiento?