Sábado, 22 de octubre de 2005 | Hoy
GEOGRAFIA, GEOLOGIA, HIELOS Y LOS NEGOCIOS DEL EFECTO INVERNADERO
Por Esteban Magnani
El 29 de agosto de 2005, en pleno verano boreal, el primer barco no rompehielos llegó al Polo Norte. Se trataba de una embarcación de investigación de la Academia Rusa Fyodorov. El objetivo explícito era recolectar información topográfica sobre el fondo marino; el implícito, hacer pie (o agua) en un mar que hasta hace poco tiempo sólo podía recorrerse en rompehielos y, al mismo tiempo, demostrar que el fondo del mar está ligado geográficamente al territorio ruso.
El constante derretimiento del hielo del Polo Norte –debajo del cual no hay un continente, como sí ocurre en Antártida– está tentando a los países que rodean al círculo polar a acercarse para tomar una parte de los cuantiosos recursos submarinos de la zona, entre ellos enormes reservas de hidrocarburos que, según se calcula, son un cuarto de las reservas planetarias. Hace unas décadas hubiera sido imposible hacerlo por las dificultades técnicas que implica el hielo.
Veraneo en el polo
En 1997 un tal Pat Broe compró un pequeño puerto en Churchill, un poblado de sólo 110 habitantes ubicado en la bahía de Hudson, Canadá. Allí una de las muy escasas fuentes de ingreso son los turistas que van a fotografiar osos blancos. Por eso no resulta extraño que el precio que pagó en el remate fuera de 7 dólares. Sin embargo, los pronósticos actuales indican que en los próximos veinte años recuperará su inversión multiplicada por varios millones: los expertos calculan que ése es el tiempo que llevará en utilizarse masivamente los viajes marítimos transpolares. Actualmente la poco utilizada ruta transpolar es navegable unos 4 meses al año pero se cree que si el calentamiento sigue aumentando al paso que lo viene haciendo, podrá ser recorrida por barcos unos 8 o 10 meses al año, lo que reducirá la duración de los viajes entre, por ejemplo, Siberia y Canadá, a menos de la mitad del tiempo que llevaban. Por supuesto, la cuestión para Broe y otros que están viendo venir el negocio es prepararse todo lo posible para cuando los barcos empiecen a llegar con granos del otro lado del mundo o con gas y petróleo de lo profundo del mar Artico.
Los noruegos, por ejemplo, vienen invirtiendo varios miles de millones para instalarse en una pequeña isla del mar de Barents llamada Melkoya en donde han construido una planta para licuar gas que, gracias al derretimiento de los hielos, está pudiendo hacerse sin tantas complicaciones técnicas y cuyo transporte transpolar a los Estados Unidos se vería facilitado por esa misma razón. No es poco: importar energía cercana y de un estable país del Primer Mundo puede parecer un sueño para el imperio. Por otro lado, la sociedad noruega es ecológicamente consciente y la alianza de izquierda en el gobierno está sufriendo presiones para detener sus exploraciones en busca de más petróleo por la contaminación que provocarán en una de las áreas del mundo menos visitadas por el hombre y, por lo tanto, más limpias.
La porción de torta polar
La consecuencia de tan prometedores negocios es una suerte de “carrera polar” para poder quedarse con una porción. Es que, según la Convención deNaciones Unidas sobre la Ley del Territorio Marítimo, los países pueden reclamar la plataforma submarina que esté “naturalmente ligada al continente” y que, con las prórrogas del caso, podrán hacer por unos años más. Como consecuencia hay un inusitado interés científico por el Polo Norte que ha llevado a varias naciones a preparar sus rompehielos y submarinos para estudiar el fondo del mar.
Los rusos, por ejemplo, han revitalizado su interés por la base que tienen sobre una capa de hielo flotante –que en verano tiene sólo 5 metros de espesor– y que ocupan desde 1934. Los daneses necesitan demostrar que la cadena submarina Lomonosov está geológicamente conectada con Groenlandia, un territorio danés semiautónomo. Desde la vereda polar de enfrente, el ministro de Defensa de Canadá visitó una gran roca de unos tres kilómetros de largo que su país se disputa con Dinamarca. Por su parte, los Estados Unidos, llamativa y paradójicamente, están quedando atrás en esta carrera polar por los hidrocarburos ya que prácticamente no tienen naves en condiciones de realizar estos estudios luego de los recortes que sufrió todo lo que no fuera útil en la guerra por el petróleo iraquí.
Ver el lado positivo
Se puede decir que los hombres de negocios siempre pueden ver el lado brillante de las cosas, como ocurre con el calentamiento global. Es cierto que hay quienes están sufriendo consecuencias negativas, como está ocurriendo frente a Alaska, donde han comenzado a soltarse recientemente hielos que parten arrastrados por la corriente junto con la fauna marítima que se alimenta de las algas adheridas a esos hielos. Sólo un detalle que afecta a los pescadores de la zona, y que indica a las empresas simplemente que es tiempo de buscar nuevos rumbos para su dinero y seguir bailando sobre un planeta que se parece cada vez más al Titanic.
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