Sábado, 20 de enero de 2007 | Hoy
ASTRONOMIA: EL “GRAN MC NAUGHT”, EL COMETA MAS IMPORTANTE DE LOS ULTIMOS 40 AñOS
Por Mariano Ribas
“Los cometas son como los gatos: tienen cola y hacen precisamente lo que quieren.”
David Levy,
astrónomo amateur estadounidense
Nunca tan cierto como ahora: hasta hace apenas un par de meses, nadie hubiese siquiera sospechado que aquel ignoto cometa, descubierto en agosto del año pasado, iba a convertirse en uno de los sucesos astronómicos más extraordinarios de las últimas décadas. Hasta la semana pasada, el “Gran Cometa Mc Naught” –un título que se ha ganado muy merecidamente– era un espectáculo exclusivo para el Hemisferio Norte. Pero desde hace unos días ha entrado en nuestros cielos australes: allí está, colgado en el cielo del anochecer. Y es una maravilla. Sin dudas, es una de esas vistas celestes que recordaremos de aquí a mucho tiempo. Como no podía ser de otra manera, Futuro presenta la breve y sorprendente historia de un verdadero cometa “histórico”. Y las claves para verlo y disfrutarlo ya mismo.
La historia del cometa maravilla comenzó como la de tantos otros en estos tiempos de telescopios robots y patrullajes celestes. Fue descubierto fotográficamente el 7 de agosto del año pasado, cuando el astrónomo australiano Robert Mc Naught se puso a revisar algunas imágenes digitales obtenidas por el telescopio Uppsala Schmidt, del Observatorio de Siding Spring, muy cerca de la localidad de Coonabarabran, en New South Wales, Australia. Y la verdad es que, al principio, sólo parecía ser otro típico descubrimiento de rutina. Un cometa más, que pasaría sin pena ni gloria, como otros 28 también descubiertos desde 2004 por ese mismo observatorio. Pero con el correr de las semanas, el C/2006 P1, tal su entrada de catálogo, empezó a mostrarse inusualmente activo y brillante: evidentemente, su creciente cercanía al Sol estaba provocando un enorme ritmo de sublimación de sus hielos (es que, esencialmente, los cometas son “bolas de nieve sucias”, mazacotes de algunos kilómetros de diámetro, formados por agua, metano, dióxido de carbono y otras sustancias congeladas, más roca y polvo). Además, los cálculos orbitales revelaron un detalle nada menor: el 12 de enero de 2007, al alcanzar su “perihelio”, el cometa pasaría a sólo 25 millones de kilómetros del Sol. Poco, muy poco. Un cometa activo y un pasaje muy cercano a nuestra estrella. En suma: hacia septiembre, el señor Mc Naught, hinchado de orgullo, ya sabía que su criatura iba a dar que hablar muy pronto.
Durante octubre y noviembre, el cometa Mc Naught continuó con su escalada de brillo a medida que se acercaba al Sol. Pero a mediados de ese mes se perdió de vista (justamente, por encontrarse visualmente cerca del Sol). Y recién fue “recuperado” por distintos astrónomos amateurs hacia fines de diciembre. Por entonces, ya había alcanzado una magnitud visual de entre 1 y 0, es decir, equiparable a las estrellas más luminosas del cielo (en la escala de magnitudes astronómicas los números más chicos corresponden a objetos más brillantes). Y no se detuvo: durante los primeros días del año ya brillaba como el mismísimo Júpiter (magnitud visual -2). Eso ya lo ponía entre los 10 cometas más brillantes del último siglo. Pero el Mc Naught no se conformaba con ser un “Top Ten”: en torno del viernes 12, durante su perihelio, ya rondaba la magnitud -4, superando a pesos pesado, como el Gran Cometa West, de 1976. Y así, este sorprendente visitante helado se convirtió en el más brillante desde el prodigioso Ikeya-Seki, de 1965, uno de los cometas más brillantes de la historia. Nada mal para un “descubrimiento de rutina”. Por entonces, muchos observadores podían verlo a simple vista durante la puesta del Sol. O incluso, en pleno mediodía. Y bien, hasta allí, el cometa Mc Naught sólo podía verse desde el Hemisferio Norte. Pero a partir del domingo pasado hizo su triunfal entrada en los cielos australes. Y aquí está.
Desde hace unos días, el Mc Naught está cómodamente instalado en el cielo argentino (en realidad, de casi todo el Hemisferio Sur). Aparece inmediatamente después de la puesta del Sol (para Buenos Aires, alrededor de las 20.10), a baja altura en el cielo del Sudoeste. Y se hace muy patente a partir de las 20.30. A simple vista, es una mancha brillante, cuya “cola” se extiende algunos grados. A no confundirlo con Venus, “el lucero”, que aparece mucho más al Oeste, y más alto. Hoy, puntualmente, a las 20.30, el cometa maravilla aparecerá a 12 grados de altura sobre el horizonte del Sudoeste. Y mucho más a su derecha, una finísima luna creciente hará pareja con Venus. Todo junto será una vista astronómica difícil de superar. Mañana, a la misma hora y en la misma zona del cielo, el Mc Naught aparecerá ligeramente más alto. Un consejo: si tiene unos binoculares, úselos. No hay mejor instrumento para disfrutar de un buen cometa.
Si todo marcha razonablemente bien, el cometa más importante de los últimos 40 años seguirá viéndose a simple vista, al menos, hasta fin de mes. Eso sí: cada vez más pálido, porque se nos está alejando.
Los grandes cometas son mucho más que eventos astronómicos. Son raros espectáculos de la naturaleza que quedan grabados a fuego en la memoria de los pueblos. Alguna vez, en el futuro distante, alguien hablará del “Gran Cometa de 2007”. El Mc Naught. El nuestro.
Este fin de semana, con motivo de la histórica visita del cometa Mc Naught, el Planetario de la Ciudad de Buenos Aires (situado en plenos bosques de Palermo, junto al cruce de las avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento) organizará dos jornadas especiales, públicas y gratuitas, para observarlo con telescopios. La cita será hoy sábado, y domingo a las 20.15, finalizando la actividad a las 21.00 (cuando el cometa dejará de verse desde el parque del Planetario).
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