futuro

Sábado, 7 de abril de 2007

GENETICA: EL “ARCHON X PRIZE”, DIEZ MILLONES DE DOLARES PARA QUIEN DESCIFRE CIEN GENOMAS EN DIEZ DIAS

Lo importante es competir

 Por Federico Kukso

Son diez millones de razones para cambiar. Diez millones de pequeños y sostenidos empujones que tal vez aceleren un poco las cosas y produzcan el salto a la madurez de una disciplina siempre prometida (pero que no estalló del todo) y que hasta ahora mantiene al mundo en espera: la medicina genética y personalizada, capaz de suministrar diagnósticos precisos hasta el último cromosoma, medicamentos diseñados para cada individuo y sin efectos laterales, y ni hablar de la posibilidad de cartografiar preventivamente todas las enfermedades que uno en algún momento comenzará a sufrir, a partir de la lectura de los genes del paciente.

Las expectativas están tan infladas –tanto como si su principal promotor fuera un versado agente de marketing– que ya hay quienes no esperan que el mañana llegue y sea hoy. Es así como la Fundación X Prize arrojó la carnada para que los peces comiencen a picar y lanzó un suculento premio de diez millones de dólares para aquel que consiga lo que hasta ahora no es más que una incuestionable imposibilidad: descifrar el genoma de cien personas en diez días. Textualmente se lee en genomics.xprize.org: “Los diez millones de dólares del X Prize en genómica serán otorgados al primer equipo que desarrolle un dispositivo y lo use para secuenciar cien genomas humanos en diez días o menos, con no más de un error cada cien mil bases secuenciadas, y a un costo de no más de diez mil dólares por genoma”.

Cien genomas parecen poco, pero en realidad son mucho. Desde su bautismo mediático –que de ninguna manera fue su fecha de nacimiento– en junio de 2000 cuando Clinton y Blair anunciaron al mundo la finalización del desciframiento del genoma humano, la genómica y todos sus alentadores chocan una y otra vez con la misma barrera casi infranqueable que se levanta a partir de una deficiencia técnica: el secuenciamiento de ADN individual a precios reducidos y en tiempo moderado (la técnica en boga empleada hasta el momento la diseñó Frederick Sanger en 1977, capaz de leer 67 mil bases cada hora). Descifrar el genoma de una persona es por ahora demasiado caro como para ser un procedimiento médico factible y proclive a ser incluido en la cartilla de servicios prestados por una obra social o una empresa de medicina prepaga.

Hasta el momento se descifraron completamente dos genomas (uno de ellos fue el del ex presidente de Celera Genomics, Craig Venter, que costó 100 millones de dólares y tardó nueve meses), sin contar con los resultados obtenidos por el consorcio público del Proyecto Genoma Humano –que costó en total 3 mil millones de dólares– a partir de una especie de mosaico de ADN de varias personas anónimas. Y ya está en camino otro: el de James Watson, uno de los codescubridores de la estructura del ADN, como parte de una campaña norteamericana para desarrollar una nueva generación de máquinas secuenciadoras capaces de reducir el costo del procedimiento a unos módicos 800 euros.

Ocurre que pese a sus escasos 30 mil genes (algunos científicos dicen que hay 25 mil nomás), el genoma humano es bastante grande y complicado. Lo componen tres mil millones de bases encapsuladas en 24 cromosomas y distribuidas en un orden único y particular en cada ser humano. Si una persona se dignara a deletrear cada base del genoma (adenina, guanina, citosina, timina) tardaría unos nueve años y medio en decirlas en voz alta sin detenerse (a un ritmo de diez bases por segundo o lo que es lo mismo: 600 bases por minuto, 36 mil bases por hora, 864 mil bases por día, 315.360.000 bases por año).

La Fundación X Prize sabe que el dinero tienta y que ante la tentación cae cualquiera. Surtió efectos en 2004 cuando premió la construcción de la primera nave espacial privada capaz de volar al espacio y volver, la SpaceShipOpne que prendió la mecha del turismo espacial. “La gente ya no toma los riesgos que se requieren”, confesó Peter Diamandis, cabeza visible de esta fundación filantrópica con sede en Santa Monica, California, Estados Unidos. “No me sorprendería ver dentro de unas décadas proyectos de investigación empujados por cientos de miles de millones de dólares; es una manera muy eficiente de provocar un adelanto, un descubrimiento que beneficiará a la humanidad.”

Hasta el momento, tres compañías respondieron al llamado del dinero y se inscribieron al “Archon X Prize”, aunque ya pretenden cambiar las reglas y dudan de que no tendrán la tecnología lista para tal emprendimiento para antes de cinco años. Ellas son: VisiGen Biotechnologies Inc., 454 Sequencing y una alianza entre The Foundation for Applied Molecular Evolution, el Westheimer Institute for Science and Technology y Firebird Biomolecular Sciences LLC.

Sin embargo, en realidad no hay uno sino dos galardones. Junto a los diez millones de dólares del premio base, el equipo ganador recibirá un plus de un millón de dólares para descifrar los genes de otros 100 individuos, en este caso celebridades como Larry Page (cofundador de Google), Stephen Hawking o el presentador estadounidense Larry King.

“Los premios cambian la percepción pública sobre un asunto”, advierte Diamandis. “La gente comienza a pensar que un problema es solucionable. Cuanto más grande sea el premio, el asunto es visto como importante para el público.” Así ocurrió en 1927 cuando Charles Lindbergh ganó los 25 mil dólares del premio Orteig al ser el primer individuo en cruzar el Atlántico en un vuelo sin escalas.

Y ocurre ahora con mayor asiduidad de lo que se cree. La Fundación X Prize no es la única alentadora. También está el Clay Mathematics Institute de Cambridge que bajo el título de “Millennium Prize Problems” ofrece un millón de dólares por la solución de siete problemas clásicos en matemática. La NASA creó el “Centennial Challenges Program” con premios de 250 mil dólares para quien cree nuevas tecnologías espaciales (desde vehículos a guantes). Robert Bigelow, fundador de Bigelow Aerospace, propuso un premio de 50 millones de dólares para el desarrollo de un vehículo capaz de llevar siete individuos a una estación orbital. Bill y Melinda Gates otorgarán 436,6 millones de dólares para quien invente nuevas tecnologías médicas. Y la Methuselah Foundation (Fundación Matusalén) premiará con 3 millones de dólares al primer investigador que extienda el tiempo de vida de una especie de ratón de tres a cinco años.

Es la revolución a través de la competencia. Y en este caso no hay segundo ni tercero que valgan.

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