Historia universal de la memoria
La memoria es un misterio y uno de los más bellos dones de la evolución. En esta edición, Futuro presenta las historias de algunos de los más formidables memoristas que se tenga memoria, que pueden dividir mentalmente dos números primos entre sí y decir el resultado con más de 60 decimales, por nombrar una minucia. O los campeones mundiales de la memoria que exhiben marcas impresionantes, como el japonés que estuvo 9 horas recitando 42.195 decimales del número pi o el estadounidense que memorizó el orden de 2704 cartas de poker. Pero no todo son records y loas: también se ha comprobado cuán frágil es la memoria y cuán fácil “instalar” recuerdos falsos.
Ireneo empezó a enumerar, en latín y en español, los casos de memoria prodigiosa registrados por la Naturalis Historia: Ciro, rey de los persas, que sabía llamar por su nombre a todos los soldados de sus ejércitos; Mitrídates Eupator, que administraba la justicia en los 22 idiomas de su imperio; Simónides, inventor de la mnemotecnia; Metrodoro, que profesaba el arte de repetir con fidelidad lo escuchado una sola vez.
J.L. Borges, Funes el memorioso
Por Raúl A. Alzogaray
En la intimidad del cerebro, cada neurona se comunica con otras 10 mil, formando un circuito de mil billones de conexiones en el que reside la memoria. Este circuito es plástico, cambia a lo largo del tiempo, y los cambios están asociados con la formación de los recuerdos. Según el modelo actualmente aceptado, a cada recuerdo le corresponde una configuración única dentro del circuito.
Los primeros trabajos experimentales para comprender cómo funciona la memoria fueron publicados en 1885 por el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus. Decenas de miles de experimentos más tarde, los psicólogos han logrado abrir algunas brechas que permiten espiar el interior de una caja negra que aún guarda infinidad de secretos.
Las historias que siguen exploran los límites de la memoria humana, su naturaleza cambiante y la forma en que puede ser falseada o entrenada para realizar proezas memorables.
El calculador prodigioso
Rüdiger Gamm
Es capaz de dividir mentalmente dos números primos entre sí y decir el resultado con más de 60 decimales, elevar hasta la potencia 15 cualquier número de dos cifras, decir a qué día de la semana corresponde cualquier fecha pasada o futura. Se llama Rüdiger Gamm, es alemán y los psicólogos se han puesto a hurgar en su cerebro para averiguar cómo lo hace. Descubrieron que Gamm maneja las memorias a corto y largo plazo en forma diferente de como lo hacen las demás personas.
La memoria a corto plazo es la que nos permite recordar cierta cantidad de información durante unos segundos (por ejemplo, un número de teléfono el tiempo necesario para marcarlo). Mantiene muy poca información durante muy poco tiempo y es fácilmente perturbada por influencias externas (basta que alguien nos hable para que olvidemos el número).
Por el contrario, la memoria a largo plazo, que es donde se almacenan el conocimiento y los recuerdos, parece no tener límites en cuanto a cantidad de información y tiempo de almacenamiento.
Para resolver cuentas sencillas, las personas comunes (por llamarnos de alguna manera) usamos la memoria a largo plazo. No necesitamos calcular cuánto es 6x5 o 100/2, porque sabemos la respuesta de memoria.
Cuando nos enfrentamos con cuentas apenas un poco más complicadas, la cosa cambia. Al no saber la respuesta de memoria, no nos queda más remedio que hacer el cálculo paso a paso, usando la memoria a corto plazo. Quien intente calcular mentalmente el producto de dos números de 3 cifras, por ejemplo 758x674, descubrirá que el alcance de esta memoria es muy limitado.
Laure Zago (Estados Unidos), Mauro Pesenti (Bélgica) y Natalie Tzourio-Mazoyer (Francia) descubrieron que Gamm tiene una memoria para los números superior a la de la mayoría de la gente. Las personas comunes, enpromedio, podemos recordar hasta 7 números no relacionados entre sí luego de haberlos visto o escuchado una sola vez. Gamm puede recordar 11.
Otra cualidad inusual de Gamm es que posee una gran memoria a largo plazo. Sabe de memoria una enorme cantidad de las potencias de números de dos cifras. Así que cuando le preguntan una de ellas, no necesita calcularla.
Finalmente, los investigadores tomografiaron el cerebro de Gamm en acción y lo compararon con el de personas comunes realizando cálculos mentales. Encontraron que en el cerebro de Gamm se activan regiones distintas de las que se activan en otros cerebros. No es una diferencia de velocidad sino una aplicación de diferentes estrategias. Gamm usa la memoria a largo plazo para superar las limitaciones de la memoria a corto plazo.
El próximo paso, dicen los investigadores, será averiguar si otras habilidades mentales (como la capacidad de los jugadores de ajedrez para retener los movimientos de una partida) se basan en una estrategia similar.
La memoria modificada de Mike,
el testigo
Mike entró a la ferretería justo cuando la estaban asaltando. El ladrón estaba armado y ya había sacado el dinero de la caja. Mike lo vio manotear una calculadora de mano y un martillo, meterlos en un bolso y darse a la fuga.
Después del incidente, una mujer llamada María, que también había presenciado el asalto, le hizo a Mike un comentario acerca de la calculadora y el destornillador que se había llevado el ladrón. Más tarde, cuando la policía le preguntó qué se había llevado el maleante, Mike respondió que una calculadora y un destornillador.
Los psicólogos estadounidenses Elizabeth Loftus y Hunter Hoffmann -de la Universidad de Washington- ejemplifican con este incidente (imaginario, pero inspirado en los resultados obtenidos experimentalmente por docenas de investigadores) una situación en la que un recuerdo real es reemplazado por uno falso. En tales experimentos, lo que modifica la memoria es una información equivocada recibida después del hecho. Loftus y Hammer señalan que, al contrario de lo que afirman muchos libros de texto, estos resultados demuestran que la memoria almacenada no es inalterable.
Los investigadores aclaran que en los experimentos, y probablemente en la vida real, no siempre que una persona da una respuesta equivocada se trata de un caso de modificación de la memoria. Si la policía hubiera interrogado a Mike meses después del delito, seguramente poco o ningún efecto habría tenido sobre su respuesta el comentario de María.
Loftus y Hoffmann creen que la modificación de la memoria ocurre con frecuencia en la vida cotidiana, cuando personas que presencian un hecho conversan sobre él, escuchan conversaciones ajenas sobre lo sucedido o reciben información proveniente de los medios u otras fuentes.
La falsa memoria de Chris,
el adolescente
Chris tenía 14 años cuando se llevó a cabo el experimento. Primero le describieron tres sucesos reales que habían ocurrido durante su infancia. Luego, su hermano Jim, que colaboró en el experimento, le contó algo que nunca había pasado. “Cuando tenías 5 años, te perdiste en un supermercado –le dijo Jim–, te pusiste a llorar hasta que un anciano te ayudó a encontrarnos.” Esa fue toda la información que recibió Chris sobre el suceso falso.
Entonces le pidieron que durante cinco días escribiera todo lo que pudiera recordar acerca de cada uno de los cuatro sucesos. El segundo día, Chris recordó el miedo que había sentido al encontrarse perdido en el supermercado. El tercer día recordó cómo lo había retado su madre cuandose reencontró con ella. El cuarto día recordó que el anciano que lo ayudó vestía una camisa de franela. Por último recordó una conversación que había mantenido con el anciano.
Semanas más tarde, Chris fue entrevistado nuevamente. Ahora recordaba más detalles del día en que se extravió: el color de la camisa del anciano, su grado de calvicie, sus anteojos.
Le pidieron que asignara un puntaje a cada suceso. Chris calificó el extravío en el supermercado como el que mejor recordaba de los cuatro. Entonces le revelaron que nunca había estado perdido en un supermercado. No lo podía creer.
El de Chris fue uno de los primeros experimentos en que se logró implantar exitosamente una falsa memoria. El uso de una persona conocida por el individuo experimental –usualmente un pariente– se convirtió en un método clásico para inducir falsos recuerdos en condiciones de laboratorio.
Desde entonces se ha logrado implantar en la mente de las personas recuerdos de cosas que nunca ocurrieron (haber roto el vidrio de una ventana con la mano, haber sido despertado por un fuerte ruido), de acontecimientos improbables (haber participado en ritos satánicos, haber sido secuestrado por extraterrestres) o directamente imposibles (recordar hechos presenciados el día del propio nacimiento).
Lamentablemente, las falsas memorias también pueden ser implantadas en situaciones no experimentales. Uno de los casos más resonantes fue el de Paul Ingram (1988), un estadounidense acusado de abusar sexualmente de su hija. Un delito que, como se demostró después, no había cometido.
Al principio, Ingram consideraba absurdas las acusaciones. Pero tras cinco meses de interrogatorios, presión psicológica y sugestiones por parte de policías y psicólogos, empezó a dudar. Creyó que quizás su mente se resistía a recordar los horrendos hechos. Terminó confesando violaciones, asaltos, abuso de menores y hasta haber sacrificado bebés durante un rito satánico. Estaba convencido de haberlo hecho.
El psicólogo social Richard Ofshe demostró que todo lo que contaba Ingram eran recuerdos falsos, y que ésa no era la primera vez que un individuo susceptible había sido llevado a creer que había cometido crímenes inexistentes.
En la primera mitad de los ‘90, en Estados Unidos hubo una epidemia de casos de implantación de falsos recuerdos de abusos sexuales sufridos durante la niñez. Estos falsos recuerdos fueron implantados en forma no intencional por terapeutas que creían estar ayudando a sus pacientes a recuperar la memoria de experiencias traumáticas. Muchos de esos casos terminaron en demandas millonarias contra los profesionales (Futuro, 4/11/00).
Elizabeth Loftus, una de las más reconocidas especialistas en el tema, ha escrito al respecto: “Los profesionales de la salud mental deben tener en cuenta la gran influencia que pueden tener sobre la recolección de sucesos y la urgente necesidad de mantener la moderación en situaciones en las que se usa la imaginación con el propósito de recuperar memorias perdidas”.
Dominic O’Brien, nmemotecnico
Tiempo después, cuando ya había ganado siete veces el Campeonato Mundial de Memoria, Dominic O’Brien declaró a la revista The Lancet que todo había comenzado en 1987, cuando vio en la tele cómo el famoso memorista Creighton Carvello repetía el orden en que le acababan de mostrar 52 cartas de poker. O’Brien dedicó los meses siguientes a desarrollar una técnica para emular la proeza mental de Carvello. Al cabo de 12 semanas pudo hacerlo. Entre 1991 y 1996, O’Brien logró varios records memorísticos: cantidad de números escritos memorizados en 5 minutos, cantidad de números binarios memorizados en 30 minutos, cantidad de palabras al azar memorizadas en 15 minutos, memorización de un número de 2000 dígitos en una hora. Una vez, memorizó el orden de las cartas mezcladas de 40 mazos (2080).
La mnemotécnica es el arte que procura aumentar la capacidad y alcance de la memoria. Los antiguos griegos y romanos usaban reglas mnemotécnicas para aumentar su poder de oratoria. También las usan los estudiantes al preparar sus exámenes (las iniciales de los nombres “Carlos Gardel - Aníbal Troilo”, por ejemplo, les recuerdan a los estudiantes de Biología que en la molécula de ADN las bases C se aparean con las bases G, y las A con las T; las primeras letras de las palabras: “Oh oh madre por ti me fui a Galicia, nunca esperes hijos” corresponden a las primeras letras de los nombres de los 12 pares de nervios craneales que deben saber los estudiantes de Medicina).
Para memorizar cartas de poker, O’Brien asigna a cada carta una imagen. Cuando ve una reina de diamantes, por ejemplo, piensa en la reina de Inglaterra cubierta de diamantes de la cabeza a los pies; la visión del 7 de corazones le trae a la mente la imagen de James Bond (porque hace palpitar el corazón de las mujeres). Para recordar el orden en que le son mostradas las cartas, O’Brien ubica cada imagen a lo largo de un viaje mental a través de un campo de golf con 52 hoyos.
El método de O’Brien no es nuevo. El sacerdote jesuita Matteo Ricci (1551-1610), que pasó buena parte de su vida en China enseñando a los niños a mejorar la memoria, describió que era como construir palacios de memoria. A partir de un edificio conocido, inventar puertas que conduzcan a nuevos espacios y entonces llenar esos espacios con las imágenes que se desean recordar. Una técnica similar era usada por el filósofo romano Quintiliano.
Los campeones de la memoria
Los psicólogos explican que los mnemotecnistas imponen significado y estructura a un material que carece de tales cualidades. Se ha demostrado experimentalmente que el método funciona, pero desarrollarlo requiere un entrenamiento muy exigente. O’Brien reconoce que debe practicar varias horas por día para mantener su extraordinaria habilidad.
Sin embargo, algunos campeones memoristas no necesitan prácticas ni estrategias. Ellos tienen una capacidad innata para recordar. Los psicólogos los llaman memoristas “naturales”, para diferenciarlos de los “estrategas” como O’Brien.
Los psicólogos ingleses Elizabeth Valentine y John Wilding -de la Universidad de Londres- encontraron que, en general, los memoristas “naturales” presentan una alta inteligencia y son graduados en carreras como Matemáticas, Física o Filosofía. Cuando se enfrentan con pruebas a las que resulta difícil aplicar un sistema que facilite la memorización, son más eficientes que los “estrategas”.
Los mnemotecnistas compiten cada año en el Campeonato Mundial de Memoria. Allí ponen a prueba sus habilidades e intentan superar las marcas mundiales. Estos son algunos records que esperan ser superados: el japonés Hiroyuki Goto estuvo 9 horas recitando 42.195 decimales del número pi (1995); el estadounidense Dave Farrow memorizó el orden de 2704 cartas de poker (1996); el inglés Andi Bell memorizó en 34,03 segundos el orden de 52 cartas (1998); el alemán Ralf Laue memorizó 32 números binarios en 3 segundos (2001).
Mientras buscaba material para escribir esta nota, encontré muchas otras historias que me parecieron tan interesantes como las que acabo de contarles: el efecto de la publicidad sobre la memoria de los consumidores, la tenacidad de los recuerdos olfativos, la forma en que el miedo a las matemáticas debilita la memoria, la molesta sensación de”tener una palabra en la punta de la lengua”... y otras que, bueno, no recuerdo en este momento. Sinceramente, la verdad es que ni siquiera recuerdo para qué fue que me até este hilo en el dedo.