Sábado, 17 de diciembre de 2011 | Hoy
Ya está en camino y llegará a destino en agosto del año próximo. Es el más extraordinario de todos los ingenios científico-tecnológicos jamás enviados al planeta hermano de la Tierra. Aquel mundo cercano y entrañable, de interminables llanuras anaranjadas, polvorientas, rocosas y oxidadas a rabiar. Crudamente frío. Envuelto por una atmósfera tan raquítica que da pena, incapaz de frenar la letal radiación ultravioleta del Sol. Y sin una gota de agua líquida. A todas luces, Marte no parece dejarnos esperanzas para la vida. ¿Final del juego? No tan rápido.
Por Mariano Ribas
El planeta rojo es mucho más sutil que otros. Mucho más intrigante y seductor: durante las últimas décadas, toda una seguidilla de sondas espaciales no tripuladas (incluyendo varias que se posaron en su superficie) ha cosechado sobradas pruebas que demuestran que Marte fue completamente distinto hace miles de millones de años. Templado, envuelto por una gruesa atmósfera, y húmedo. Muy húmedo. Un mundo acogedor. Y quizás, hasta habitable. Un mundo que tiene toda una historia por contarnos. Y que aún hoy podría esconder fascinantes sorpresas.
Hacia allí va, entonces, el Mars Science Lander de la NASA, que partió de la Tierra el pasado 26 de noviembre, y que tiene por delante ocho meses de viaje interplanetario. Es una máquina prodigiosa que lleva el mejor nombre que podía llevar: Curiosidad (ver nota aparte, en contratapa). Y que una vez allí, dentro de un súper cráter, buscará contarnos mejor la gran historia marciana. En esta edición de Futuro, conversamos con el doctor John Grotzinger, principal científico de la misión (alguien que, y esto hay que contarlo, nos dijo estar “feliz en colaborar”, y nos agradeció mucho la divulgación del tema). A continuación, detalles, curiosidades y objetivos de esta nueva aventura marciana. Y hacia el final, una mirada a lo que vendrá.
–Soy geólogo, y durante 18 años fui profesor en el Instituto de Tecnología de Massachusets. Pero la verdad es que yo quería trabajar en una misión a Marte. Y por eso, hace 6 años me trasladé al Instituto de Tecnología de California, el Caltech. Y tuve la suficiente suerte como para que la NASA me convocara para ser el “Científico del Proyecto” para la misión Mars Science Lander, es decir, del rover que bautizamos Curiosity. Y a eso me he dedicado todos estos últimos años.
–Hay muchas diferencias. Sólo por nombrar algunas, le cuento que Curiosity lleva cámaras mucho mejores. Una es la MastCam, que tomará fotos de altísima resolución del paisaje y de puntos de especial interés científico. La otra es la ChemCam, que lleva incorporado un potente láser infrarrojo que podrá vaporizar la superficie de rocas a varios metros de distancia. Y ese vapor será inmediatamente analizado para determinar composiciones químicas.
–Curiosity lleva instrumentos muy específicos que podrían detectar agua en el subsuelo marciano. Y también, materia orgánica. Los espectrómetros analizarán también la composición del suelo, los minerales y hasta del aire. Y una estación meteorológica hará un monitoreo del medio ambiente marciano, todos los días...
–La misión primaria del MSL durará todo un año marciano o sea, unos 23 meses terrestres.
–Curiosity podría recorrer, como máximo, unos 200 metros en un solo día marciano. Pero eso va a depender de muchos factores, como la inclinación del terreno, los obstáculos y la visibilidad. Si todo marcha bien, durante su misión primaria, el rover podría recorrer unos 20 kilómetros. O quizás más.
–El cráter Gale es un objetivo ideal. Mide unos 160 kilómetros de diámetro y tiene una enorme montaña central, de unos 5 mil metros de altura. En conjunto, se trata de una estructura que nos ofrece la mayor cantidad y variedad de formaciones geológicas directamente relacionadas con los objetivos de la misión.
–Por empezar, esa montaña está formada por una serie de sucesivas capas sedimentarias que nos pueden revelar buena parte de la historia de Marte. Además, en los flancos de este monte central hay depósitos de sedimentos probablemente arrastrados por antiguos cursos fluviales. Y también depósitos de arcillas, depósitos de sulfatos. No sólo tenemos imágenes de alta resolución que muestran que esa montaña tiene capas, sino que, además, los espectrómetros de naves actualmente en órbita nos indican que allí hay minerales que obviamente interactuaron con agua líquida en algún momento del pasado remoto de Marte.
–El rover trabajará en forma absolutamente coordinada con esas naves. Estamos hablando del Mars Reconnaissaince Orbiter y el Mars Oddyssey, de la NASA, e incluso del Mars Express, de la ESA, la Agencia Espacial Europea. Por un lado, estas sondas harán de enlace de comunicaciones entre el rover y la Tierra. Y por el otro, los datos y observaciones aportados por esas naves nos ayudarán a poner en un contexto más amplio las propias observaciones de Curiosity.
–Son varios. Por un lado, queremos estudiar el clima día a día, medir la radiación solar, e incluso las radiaciones cósmicas que llegan a la superficie. También queremos caracterizar la geología marciana en todas las escalas. Pero el objetivo primario es la búsqueda de ambientes habitables. Pasados o presentes.
–Sí, aún hoy.
–Así es. A escala global, Marte es así. Y resulta demasiado desafiante como ambiente habitable. La verdad es que nadie espera encontrar grandes comunidades microbianas en la superficie marciana. Sin embargo, no podemos descartar que a pequeña escala existan condiciones locales especiales que permitan la presencia de vida.
–No. Esta misión no está destinada a la detección de vida. Ni presente ni pasada. Curiosity no cuenta con los instrumentos para hacer eso.
–Pero no es así.
–La misión Viking nos mostró que la detección de vida no es algo sencillo. Todo lo contrario. Aún hoy, ese tipo de estudios resulta muy complicado. Y sin una fase de profundo reconocimiento previo de la zona, resulta una tarea muy riesgosa.
–Justamente. Antes de intentar buscar vida en Marte, tenemos que tratar de entender al planeta. Dónde estuvo, o dónde está, el agua. O dónde pudieron, o pueden, estar los ambientes habitables. Recién entonces podremos estar más cerca de la cuestión puntual de dónde buscar indicios de vida. Pero hay algo más...
–No hay que olvidarse de que aun en la Tierra, un planeta rebosante de vida microbiana, la preservación de la evidencia biológica es muy difícil. De hecho, los descubrimientos de trazas de vida en antiguas rocas terrestres, de miles de millones de años, son realmente muy escasos. Y a menudo requieren instrumentos tan grandes que llenarían una habitación. Ni siquiera una máquina de la escala de Curiosity podría llevar esos aparatos a Marte.
–Sí, la presencia de metano puede delatar procesos biogénicos en la subsuperficie del planeta. Aunque también puede ser la señal de procesos inorgánicos. Y Curiosity lleva instrumentos capaces de detectar y medir la cantidad de metano en la atmósfera marciana.
–El Programa de Exploración de Marte de la NASA tiene prevista una nueva misión de descenso en el planeta. Y esta vez será en colaboración directa con la Agencia Espacial Europea, la ESA. La misión tiene como objetivo traer muestras del suelo marciano a la Tierra. Y si los fondos lo permiten, ocurrirá en tres etapas, abarcando, quizás, más de veinte años.
–La primera etapa está prevista para 2018. Será un rover que recorrerá la superficie de Marte, recogerá unas cuantas muestras de suelo y rocas, y las guardará. Unos años más tarde, haremos descender otro rover en ese mismo lugar del planeta, se encontrará con el primero, se llevará las muestras recogidas, y las colocará a bordo de un aparato llamado Vehículo de Ascenso de Marte (MAV), que despegará, y quedará en órbita del planeta. Finalmente, una tercera nave viajará hasta allí, tomará la carga y la traerá de vuelta hasta la Tierra.
–Así es, pero traer muestras de Marte es el siguiente paso lógico a dar.
–Por el estudio de las muestras en sí, pero también por todo lo necesario para lograrlo. No sólo hará falta llegar hasta allí, sino también traer algo de regreso a la Tierra. Y todo esto requerirá de mucho desarrollo tecnológico que, además, será muy útil para las futuras misiones humanas.
–Enviar humanos a Marte es algo que todavía está muy lejos. Es algo que podría tomar 50 años. O quizás más.
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