Sábado, 26 de mayo de 2012 | Hoy
EN APENAS CUATRO DIAS, LA SONDA ESPACIAL CASSINI (NASA/ESA) VISITO A TITAN, ENCELADO Y DIONE
En medio de una gran oleada de sondas enviadas a explorar el Sistema Solar, la veterana sonda espacial Cassini sobrevoló tres lunas de Saturno de manera exitosa. Como resultado, entre otras cosas, dejó unas magníficas imágenes.
Por Mariano Ribas
Son tiempos extraordinarios para la exploración del Sistema Solar: nunca antes hubo tantos artefactos estudiando los mundos vecinos de la Tierra. Mientras leemos el diario, hay sondas en órbita de la Luna, Mercurio, Venus, Marte y hasta del súper asteroide Vesta. Hay otra más que en agosto se sumará a las que desde hace años estudian al planeta rojo. Y una que partió rumbo al gigante Júpiter. Y no podemos olvidarnos de la New Horizons (NASA), que sigue devorando kilómetros y kilómetros por segundo, para llegar a Plutón a mediados de 2015. Y bien, hace poco, y en medio de toda esta acción interplanetaria, la veterana sonda espacial Cassini (de la NASA y la ESA, la Agencia Espacial Europea) se dio el gusto de sobrevolar tres lunas de Saturno en apenas unos días. Fue uno de los tours espaciales más prolíficos y exitosos de todos los tiempos. Y, entre otras cosas, nos ha dejado magníficas imágenes que compartiremos y comentaremos en esta edición de Futuro.
La sonda Cassini partió de la Tierra en 1997 y se instaló en el imperio de Saturno a mediados de 2004. Y desde entonces, no ha hecho otra cosa que dar vueltas y vueltas al planeta y sobrevolar una y otra vez a cerca de la mitad de sus 62 lunas conocidas. Especialmente a las científicamente más interesantes, como Encelado: en 2006, la nave de la NASA y la ESA descubrió que esta gélida y preciosa lunita (511 kilómetros de diámetro) expulsa continuamente chorros de vapor, hielo y compuestos orgánicos hacia el espacio. Una furia criovolcánica motorizada por la poderosa gravedad de Saturno, que en cada vuelta le genera efectos de marea que estiran y comprimen el cuerpito de Encelado, calentando su interior.
Lo más interesante de todo es que, justamente, el material que brota de la zona austral –especialmente desde puntos localizados en unas enormes y sinuosas fracturas superficiales– es agua. Por lo tanto, los geólogos planetarios sospechan que debajo de esa corteza de hielo (agua congelada), a 190 grados bajo cero, se esconden grandes reservorios de agua líquida. Y orgánica. En suma: Encelado es un lugar donde la vida podría tener su chance. Por eso, en estos últimos años, Cassini la ha sobrevolado varias veces más. La última visita fue el pasado 2 de mayo. Y fue extrema: la nave pasó a toda velocidad a tan sólo 74 kilómetros de la superficie de Encelado. Y además de realizar finas mediciones gravitatorias en su región polar sur (destinadas a determinar posibles concentraciones de agua subsuperficial y hielos más “calientes”), fotografió –ya a mayor distancia, para acrecentar su campo visual– una impresionante “pluma” criovulcánica, generada por varios géiseres activos. Aquí hemos elegido una de las mejores tomas que la nave acaba de transmitir a la Tierra: Encelado, en fino creciente, y a contraluz, esos impresionantes chorros de vapor, agua y materia orgánica. Es una vista para atesorar: Cassini no volverá a acercarse a esta luna hasta 2015.
Inmediatamente después de su encuentro cercanísimo con Encelado, el mismo 2 de mayo, la nave de la NASA y la ESA realizó un sobrevuelo programado sobre Dione, uno de los mayores satélites del planeta anillado. Esta bola de hielo (2/3 de su masa es agua congelada) mide 1123 kilómetros de diámetro. Y gira alrededor de Saturno a una distancia muy parecida a la que la Luna orbita a la Tierra (unos 400 mil km), aunque completa una vuelta alrededor de su planeta en 2,7 días. El mismo tiempo en que tarda en girar sobre sí mismo. Es otro curioso caso de sincronía rotación/traslación.
Dione tiene una superficie sumamente compleja. Uno de sus hemisferios está cubierto de cráteres de impacto, mientras que el otro es mucho más liso y está atravesado por líneas y fracturas de posible origen tectónico. Y hablando de cráteres, aquí tenemos este primerísimo plano del más grande que tiene este satélite: mide unos 400 kilómetros y parece ser sumamente antiguo, con un origen que se remonta a 3 o 4 mil millones de años. Esta foto (con un plano general insertado) fue tomada por Cassini cuando estaba a unos 8 mil kilómetros de Dione.
Hablar de lunas de Saturno es hablar, antes que de ninguna otra, de Titán. Es un satélite fuera de serie. Absolutamente magnífico, se lo mire por donde se lo mire. Con un impresionante diámetro de 5150 kilómetros, no sólo es, por lejos, el mayor escolta de Saturno, sino que también es la segunda luna más grande del Sistema Solar (arañando a Ganímedes, de Júpiter). De hecho, Titán es más grande que el propio planeta Mercurio. Y no sólo es grande: también tiene una robusta atmósfera de nitrógeno y metano, un detalle que lo diferencia de todas las demás lunas de la comarca solar. Esa atmósfera es un verdadero laboratorio, donde la radiación ultravioleta del Sol desarma las moléculas de metano (CH4), y donde esos átomos sueltos de carbono e hidrógeno vuelven a recombinarse, dando lugar a complejos hidrocarburos que originan una suerte de niebla opaca. Y que precipitan hacia la superficie. Más aún: en Titán llueve metano líquido. Y esas lluvias forman grandes lagos. También hay mucha agua congelada. Y quizás, hasta reservorios de agua líquida subterránea.
Por todo lo anterior, se entiende por qué la nave Cassini ha tenido varios encuentros cercanos con Titán, desde su arribo al sistema de Saturno hace ya 8 años. Y los seguirá teniendo: la foto que domina este artículo fue tomada el 6 de mayo (apenas cuatro días después de los sobrevuelos a Encelado y Dione). Tras pasar a 710 mil kilómetros de esta súper luna, la NASA y la ESA obtuvo esta maravillosa imagen que muestra a Titán recortado contra el fondo de Saturno, y el fino perfil de los gloriosos anillos. Es, sin dudas, una de las postales más impresionantes jamás tomadas en toda la Era Espacial. A disfrutarla, entonces.
El reciente tour satelital de Cassini fue algo absolutamente especial. Excepcional. Muy pocas veces se ha logrado algo así en un puñado de días: “Esto es exploración espacial en su punto más alto. No continuará así por siempre, así que disfrutémoslo mientras dure”, decía hace poco Carolyn Porco, la científica que encabeza el Equipo de Imágenes de Cassini. Y así es: en estos momentos, la nave se prepara para un nuevo encuentro con Titán, el 22 de mayo. E inmediatamente después, la veterana sonda realizará una maniobra que la sacará del plano ecuatorial de Saturno, lanzándola a una trayectoria polar en torno del gigante gaseoso. Será el comienzo de una nueva fase de la misión, que se extenderá hasta mediados de 2015. Y cuya prioridad será el estudio de los anillos y las zonas polares del planeta. Si de aquí a tres años la sonda Cassini sigue vivita y coleando, los científicos de la misión aseguran que esta máquina exploradora volverá a la carga sobre la fascinante cohorte satelital de Saturno. Ahora es el turno del planeta y sus anillos. Y luego, ojalá, vendrán nuevos tours por sus lunas.
Parece mentira: mientras leemos el diario, aquí, quizá junto a un café, en un desayuno típicamente terrestre, cotidiano y reconfortante, estamos contemplando postales de un reino que está tres mil veces más lejos que nuestra Luna. Un reino astronómico donde un gigantesco globo de gas, rodeado por fabulosos anillos de roca y hielo, está acompañado por una multitud de munditos variopintos. Como Encelado. Como Dione. Como Titán. Véalos, piénselos, imagínelos con el próximo sorbo de café...
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