Sábado, 27 de octubre de 2012 | Hoy
EL PLANETA EXTRASOLAR ALFA CENTAURI BB: DETALLES DE SU DETECCION, IMPLICANCIAS Y EXPECTATIVAS
“Este es el descubrimiento más apasionante de toda la larga lista de espectaculares hallazgos (exoplanetarios) de las últimas dos décadas”, declaró la astrónoma estadounidense Debra Fisher (Universidad de Yale) a la revista especializada Sky & Telescope.
Por Mariano Ribas
Al igual que muchos otros científicos, Fisher también ha intentado, sin suerte, dar con un mundo en órbita de Alfa Centauri. Pero ahí está, reconociendo y destacando el enorme logro de sus colegas europeos. Elegimos sus palabras, también, porque son el mejor termómetro para medir lo que significa el descubrimiento del planeta extrasolar Alfa Centauri Bb. La astronomía mundial está de fiesta. Esto es un hito. Y sin embargo, hay dos cuestiones a tener muy en cuenta. Primero: este hallazgo sólo fue posible llevando al límite los mejores recursos técnicos, y las mejores estrategias de búsqueda exoplanetaria con los que cuenta la ciencia de nuestros días. Segundo: esto recién empieza, hay mucha tela para cortar y todavía puede haber muchas sorpresas.
Empecemos por el primer punto: detectar la escuálida “señal” del planeta fue una tarea dificilísima. El equipo encabezado por Xavier Dumusque (mayormente científicos de la Universidad de Ginebra, Suiza) viene trabajando en esto desde hace ya una década. Y muy fuertemente desde 2008 (ver entrevista). Se trata de una intensa campaña de observación de diez estrellas cercanas al Sistema Solar (incluyendo, por supuesto a Alfa Centauri), utilizando al que probablemente sea el mejor “cazador” de planetas extrasolares del mundo: el telescopio de 3,6 metros de diámetro del Observatorio de La Silla, que lleva acoplado al formidable Harps (la sigla de High Accuracy Radial velocity Planet Searcher: “Buscador de Planetas por Velocidad Radial de Alta Precisión”), el mejor espectrómetro de su especialidad en el mundo. Esta máquina “desarma” y analiza la luz estelar, para detectar el posible e ínfimo “bamboleo” que, gravedad mediante, un hipotético planeta provocaría en su estrella. Ese bamboleo no es otra cosa que el ligerísimo avance y retroceso de la estrella, en nuestra línea visual (por eso lo de “velocidad radial”), producto de su movimiento en torno del “centro de masa” del sistema. Y se expresa mediante un también minúsculo “corrimiento” de la luz de la estrella hacia el azul (cuando se acerca) y hacia el rojo (cuando se aleja). El famoso Efecto Doppler. En este caso concreto, el bamboleo observado en Alfa Centauri B corresponde a una velocidad de apenas 0,5 metro por segundo: ¡menos de 2 km/hora! La velocidad de un bebé gateando. Así de débil, así de sutil, es el efecto que el planeta Alfa Centauri Bb genera en su estrella. Y fue “rescatado” de toda una maraña de señales extras (entre ellas, las propias variaciones físicas de la estrella). Ante semejante detección “al límite”, la pregunta sale sola: ¿el ínfimo bamboleo medido en la estrella Alfa Centauri no podría ser, acaso, un simple error observacional, o una casualidad? Dumusque lo considera casi imposible. Y lo mismo piensa su colega Stéphane Udry, coautor del paper publicado en Nature: “Hay una chance en mil de que esto sea una casualidad”.
Al día de hoy, ya son 843 los planetas extrasolares encontrados por los astrónomos (los confirmados, porque hay otros 2000 por confirmar). Y Alfa Centauri Bb no sólo es el más cercano de todos, sino el más pequeño que orbita a una estrella parecida al Sol (Alfa Centauri B). Sin embargo, tanto Dumusque como Udry saben que su criatura no es absolutamente “ideal”: este exoplaneta está a unos míseros seis millones de kilómetros de su estrella (un décimo de la distancia Sol-Mercurio), y tarda apenas 3,25 días en completar su alocada y veloz órbita. Tan cerca está de Alfa Centauri B, que el pobre mundito debe sufrir temperaturas espantosas, del orden de los 700ºC a 800ºC.
Es cierto, todavía resta encontrar el verdadero “Santo Grial” de la astronomía exoplanetaria: un planeta de tipo terrestre en la “Zona de Habitabilidad”. Es decir, la región en torno de una estrella donde un planeta podría tener agua líquida en su superficie, además de temperaturas templadas, claro está. Y en consecuencia ser apto –sólo apto– para la eventual aparición de la vida. En el Sistema Solar, de más está decirlo, la Tierra es el único planeta ubicado en esa zona.
Pero esto recién empieza. Se vienen nuevas búsquedas, nuevos instrumentos y nuevas estrategias. Y más allá de este primer caso, hasta la propia Alfa Centauri B podría esconder otras sorpresas: “Nuestros resultados con el Harps, y varios de los hallazgos del telescopio espacial Kepler nos muestran claramente que allí donde hay un planeta de poca masa, suele haber otros –dice Udry– y Alfa Centauri Bb bien podría ser un planeta en un sistema con varios más”. Sólo resta esperar. Mientras tanto, celebremos este primer gran paso en la búsqueda de otras “Tierras”.
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