Aunque suene raro decirlo (y muchos no me lo creerán), las matemáticas son un problema nacional. Y lo son porque si el país sigue en la senda de desarrollo actual, en poco tiempo faltarán ingenieros: puede ser que dentro de unos pocos años falten 25 mil, nada menos, y la matrícula de las facultades de Ingeniería está estancada desde hace varios años y en todo el país. ¿Cómo se explica que una carrera que ofrece una salida laboral mucho más segura que cualquiera de las otras tenga una matrícula tan pobre?

Un estudio hecho por la Universidad Tecnológica Nacional descubrió que la razón de que esa matrícula no crezca es el miedo a las matemáticas. Se percibe, correctamente, que las carreras de Ingeniería tienen mucha matemática y eso genera resistencias que bloquean el trasvasamiento desde el secundario. Si no se pierde ese miedo a las matemáticas, no habrá ingenieros, y si no hay ingenieros, el desarrollo lo sentirá: como se ve, es un problema nacional.

En ese sentido, el trabajo de Adrián Paenza, tanto en este libro como en los anteriores (¿Matemáticas, estás ahí? y sus continuaciones) se propone decididamente y sin miedo quitar el miedo: a través de enigmas, a través de un lenguaje que interpela directamente al lector, ayudándolo a que no tenga miedo, y mostrando que cualquiera puede resolver problemas o enigmas matemáticos, y que la vida cotidiana está llena de ellos. Las matemáticas permean todo, nos dice Adrián, y tiene razón. Vaya si la tiene.

Estoy convencido de que la seguidilla de libros de enigmas por lo menos han conseguido sacarle a la palabra “matemáticas” su inexplicable aura de terror, y haber conseguido eso ya es muchísimo. Pero además, como es de suponer que muchos de los lectores se ponen efectivamente a razonar y pensar matemáticamente ante estos enigmas, hay un resultado invisible que tiene que percibirse a la larga.

Sin hablar de la utilidad enorme que implicaría que los profesores del secundario usaran estos libros en clase.

Además son divertidos, entretenidos, e intrigantes. Enigmáticos, mejor. Sumérjanse en el libro y resuelvan los enigmas. Vale la pena.

Leonardo Moledo