JUPITER A SIMPLE VISTA JUNTO A LA LUNA LLENA
El próximo miércoles por la noche, tras su previa ocultación, Júpiter asomará, lentamente, por un borde de la Luna llena. Será un espectáculo astronómico para disfrutar “en vivo”. Y a la vez, una inmejorable oportunidad para apreciar, en tiempo real, el movimiento orbital de la Luna en torno de la Tierra. El fenómeno se verá a simple vista en la mayor parte del país. Y a través de binoculares y (especialmente) telescopios, será verdaderamente impresionante.
› Por Mariano Ribas
Pocas veces en la vida podremos ver algo así: una perfecta Luna llena con una brillante perla de luz pegada a uno de sus bordes. La escena será tan llamativa que seguramente causará asombro y desconcierto entre quienes no estén advertidos. Pero justamente de eso se trata este artículo: Futuro se adelanta varios días para contar en detalle lo que será uno de los fenómenos astronómicos más bellos, raros y curiosos que se puedan ver a simple vista. Y que con la ayuda de binoculares, y mejor aún telescopios, será un contundente espectáculo en tiempo real: el próximo miércoles, apenas pasadas las 21.00, el planeta Júpiter saldrá lentamente por detrás del limbo lunar. Será un acto de magia celeste que durará casi dos minutos. Un truco de alto impacto visual que, como ocurre muchas veces en materia de ilusionismo, tiene una explicación sumamente sencilla. A continuación, los detalles de la noche en que la Luna llena sacará de la galera al planeta más grande del Sistema Solar.
A lo largo de su marcha orbital alrededor de la Tierra, y vista desde aquí, la Luna frecuentemente oculta y destapa astros muchísimo más distantes. Casi siempre se trata de estrellas (por una obvia cuestión de cantidad). Pero, de tanto en tanto, los protagonistas de estas “ocultaciones” y “reapariciones” son los planetas. Estos fenómenos ocurren unas pocas veces por década. Y cuando involucran a los planetas más brillantes, suelen ser de lo más interesantes. Al punto tal que en el caso de Júpiter pueden observarse a simple vista (al igual que ocurre con el aún más brillante Venus).
Para un observador en determinado lugar de la Tierra, las ocultaciones/reapariciones de Júpiter suelen darse cada 13 o 14 años. Y no una sola vez, sino en rachas de 3 o 4 episodios, a lo largo de varios meses. Desde la Argentina, la última serie de ocultaciones/reapariciones de Júpiter ocurrió en 1998. Y recientemente, tuvimos el primer evento de esta nueva serie: el sábado 8 de septiembre, a plena luz del día, la Luna, en cuarto menguante, ocultó y destapó al planeta gigante (entre las 8.13 y las 9.36, en el caso puntual de Buenos Aires). Una semana más tarde, en estas mismas páginas, dimos cuenta del curioso fenómeno, en un artículo titulado “El día que la Luna eclipsó a Júpiter” (ver Futuro del 15/9/12). Más allá de su rareza, aquel evento, justamente por ser absolutamente diurno, sólo pudo ser observado con telescopios y binoculares. Pero lo que se viene ocurrirá al caer la noche. Y con Luna llena.
Sí, el próximo miércoles habrá plenilunio. Y nuestro satélite asomará por el horizonte del Este-Noreste casi exactamente a las 20.00 (este horario, y los que siguen, son válidos para Buenos Aires y alrededores, y tienen diferencias de varios minutos con respecto a otras zonas del país). En ese preciso momento, Júpiter estará a punto de “tocar” el borde inferior de la Luna. Y unos minutos más tarde, será ocultado. Esta parte del show no será fácil de ver, dado que será necesario tener la visual hacia el horizonte absolutamente despejada de obstáculos. Además, en esos momentos, el Sol recién se estará ocultando, del otro lado del firmamento. Pero con binoculares y telescopios –y el horizonte libre, claro está– la ocultación podría verse con cierta facilidad. Con el correr de los minutos, la Luna (y Júpiter, detrás de ella), irá ganando altura: a las 20.30, ya estará a 5 grados sobre el horizonte. Y seguirá trepando (como consecuencia de la rotación terrestre).
El gran acto de magia celeste ocurrirá poco más tarde: hacia las 21.05, ya en plena noche, Júpiter empezará a asomar lentamente. Arriba y a la izquierda de la enorme Luna llena (ya ubicada a más de 10 grados sobre el horizonte Noreste). A simple vista, veremos una lucecita que irá ganando brillo, como si fuera un faro que se va encendiendo en la superficie selenita. La dramática reaparición de Júpiter durará casi dos minutos. La imagen que ilustra esta nota –que en realidad es un fotomontaje– ha sido cuidadosamente armada para dar buena idea de lo que se verá en el cielo (incluyendo la correcta orientación de la Luna –con sus “mares” grises– y la posición de Júpiter).
Con el correr del tiempo, la brecha de cielo entre ambos astros irá creciendo. Y vale la pena recordar por qué: a lo largo de todo el show, y con Júpiter como inmejorable referencia, estaremos viendo en “tiempo real” el verdadero movimiento de la Luna alrededor de la Tierra. De Oeste a Este (a la inversa de su más rápido movimiento aparente, de Este a Oeste, que es producto de la rotación terrestre).
Vale la pena repetirlo: este show celestial podrá verse a ojo desnudo. Y no sólo en Buenos Aires y alrededores, sino en la mayor parte de la Argentina: desde Río Negro hasta Tucumán (en el resto del país, los extremos Norte y Sur, no se verá la ocultación/reaparición de Júpiter, pero sí se verá al planeta “arañando” el borde de la Luna). De todos modos, claro está, con la ayuda de un telescopio será mucho más impresionante: la imagen de Júpiter –con su rechoncho disco a rayas amarronado-rojizas– y sus lunas, “flotando” apenas por encima del limbo lunar, será cosa de película.
Hablando de lunas: durante la reaparición, Ganímedes, el mayor satélite de Júpiter, estará pasando justo por delante del planeta, proyectando su sombra. Un puntito negro sobre el disco joviano. Los buenos telescopios también permitirán ver claramente la diferencia de tamaños aparentes de los protagonistas de esta historia: la Luna se verá 36 veces más grande que Júpiter. Dos mundos con las escalas completamente alteradas, por culpa de las distancias: en esos momentos, la Luna (3476 km. de diámetro) estará a 405 mil kilómetros de nosotros. Y el colosal Júpiter (143.000 km. de diámetro), a 608 millones de kilómetros de la Tierra. Mil quinientas veces más “atrás”.
Otro detalle importantísimo: el 3 de diciembre, Júpiter estará en oposición, es decir, su punto de mínima distancia a la Tierra. Por lo tanto, ya luce especialmente grande y brillante (técnicamente hablando: magnitud visual -2.8, y diámetro aparente, 48.4 segundos de arco). Esta circunstancia, justamente, es la que nos permitirá ver al planeta a pesar de estar “pegado” visualmente a la Luna llena (salvo Venus, ningún otro astro podría distinguirse tan cerca del tremendo resplandor lunar).
Los avatares de las agendas mediáticas quizá conviertan este curioso evento celestial en una resonante noticia. O quizá no, y el fenómeno podría ser olímpicamente ignorado por (otros) diarios, radios y canales de televisión. Por las dudas, como tantas otras veces, aquí nos anticipamos. Futuro ya se lo contó: el miércoles al caer la noche estaremos en el lugar preciso, y en el momento preciso. Habrá Luna llena. Júpiter estará a pleno. Y ambos formaran una línea perfecta con nuestra visual. Tenemos todo a favor para disfrutar de un impactante acto de magia celeste. En vivo, en movimiento, y sabiendo que estas cosas sólo se ven unas pocas veces en la vida. Los perfectos engranajes de la astronomía funcionando a pleno. ¿Un consejo?: no se lo pierda por nada del mundo.
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