futuro

Sábado, 8 de marzo de 2003

Vinchucas: modelo para armar

 Por Leonardo Moledo

El biólogo argentino
Ricardo Gürtler es profesor asociado, investigador independiente del Conicet
y director del Laboratorio de Ecología General, de la Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales (UBA). Allí, junto con otros ocho científicos,
investiga el modo de controlar el mal de Chagas, enfermedad cuyo agente causal
(el Trypanosomoa cruzi) fue descubierto en 1909 por el brasileño Carlos
Chagas y estudiado en 1928 por el argentino Carlos Mazza, y que afecta a unas
12 millones de personas en América latina (2 millones y medio en Argentina).
Y en la pelea, uno de los tantos métodos que utilizan para enfrentar la
enfermedad es principalmente matemático. Futuro dialogó con Gürtler
sobre el origen de la enfermedad que transmite ese bicho antipático que
es la vinchuca, y los modelos para controlarla.

–Bueno, cuénteme un poco qué es este asunto de la “ecoepidemiología”,
en qué consiste su trabajo...

–Nosotros estamos trabajando alrededor de un sistema particular que es la
transmisión y el control de la enfermedad del Chagas en áreas rurales.
Y estamos trabajando en eso hace veinte años en Santiago del Estero, aunque
también hicimos trabajos en otras provincias. Imagínese el sistema:
está el rancho, la gente con su forma de vida criando cabras, las viviendas
infestadas por vinchucas, con una gran cantidad de animales con un paisaje básicamente
de bosque de quebracho.

–Y allí...

–Y allí empezamos a estudiar por qué las viviendas se infestan,
por qué hay diferentes grados de transmisión de la enfermedad en
diferentes zonas, dentro de una misma zona, en diferentes casas, cuáles
son los factores de riesgo. A partir de identificar los factores de riesgo protagonistas
actuamos en dos niveles: tratar de describir el sistema con modelos matemáticos
y, por otro lado, intervenir en el sistema para buscar formas científicamente
desarrolladas de mejorar el control de la vinchuca y la transmisión del
parásito.

–¿Cómo se infecta la gente?

–Bueno, hay muchas curiosidades.

–A ver.

–La cuestión de los ranchos: aquí el rancho está muy
desprestigiado, a pesar de ser el tipo de vivienda más apropiado desde
el punto de vista térmico, desde el punto de vista del costo, y del punto
de vista cultural. La gente que hace su rancho para arraigarse, tiene un saber
instalado y legado. Por ejemplo, el techo de paja lo arman de manera especial
y con cierto tipo de paja que actúa como una barrera natural contra los
bichos. En esas casas suelen tener muy pocas vinchucas. Se encuentran 20, 30 o
40 como mucho. Pero además esas vinchucas no están infectadas y
la gente no tiene Chagas. Con un grupo de arquitectos hicimos talleres para enseñarles
a mejorar el rancho, hacer un rancho “antivinchucas”.

–¿Y por otro lado?

–Después está la gente que va de un lado para otro buscando
trabajo, que no tiene vivienda o que no invierte mucho en ellas, o tiene una casa
precaria, o está en el campo, o se muda a pueblos rurales, y en esas casas,
¿cuántas vinchucas se imagina que puede haber?

–Diez mil.

–Diez mil, sí.

La vinchuca y los perros

–Alguna
gente que quiere vivir mejor tiene puerta, y no permite que los perros se metan
adentro... Porque otra de las cosas curiosas que descubrimos es que la principal
fuente de parásitos Trypanosoma cruzi (el que produce el Chagas) son
los perros, y cada casa tiene tres o cuatro perros como si nada. Entra un perro
infectado en una casa y en el término de un mes, si ya no había
vinchucas infectadas, todas las vinchucas (70 u 80 por ciento) se infectan.
Y esto lo modelamos matemáticamente.

–Eso es lo notable del artículo que ustedes publicaron en Science,
hace ya bastante.

–Sí. Simplemente el descubrimiento de que los perros son un vehículo
crucial de infección, y que sólo con impedir que los perros u
otros animales duerman dentro de la casa, la tasa de infección baja drásticamente.
Y esos perros son perros desnutridos, lo que hace que no puedan controlar al
parásito, entonces cuando viene la vinchuca, pica al perro, inmediatamente
se infecta y es infeccioso para la gente que vive ahí. Y resulta que
otra cosa es que los perros son preferidos por las vinchucas: por donde duermen,
por la falta de comportamiento defensivo. Los perros son anémicos. Entonces
el perro no se rasca y esto le facilita la comida a la vinchuca, le facilita
la sangre, le facilita el parásito.

–¿Se puede erradicar la vinchuca?

–No.

–¿Por qué?

–Por varias razones. Por ejemplo, hay unas 130 especies de vinchucas. La
que nos interesa acá, en el Cono Sur, es una: la Triatoma infestans.
Este bicho es un extremo de la evolución de todo este grupo y se ha adaptado
a vivir estrictamente en asociación con el hombre. Y es extremadamente
eficaz en todo: en su ciclo de vida, en velocidad, en la posibilidad de localizar
un hospedador y mantenerse y reproducirse. Cuando usted dice “erradicar”
piensa en lo que se hizo con el virus de la viruela.

–Bueno, está bien. Pero hay neutralización. Por ejemplo,
el problema de la rabia: uno va, se vacuna y se acabó. O la poliomielitis.

–Erradicar es sacar de raíz.

–Se extinguen tantas que no veo por qué no se extingue ésta.

–En realidad, hasta ahora hay un solo caso de extinción planificada
de un patógeno: el virus de la viruela. Es el único caso que hay
en la historia humana. De los insectos plaga, no hay ningún caso de erradicación.
Hay eliminaciones regionales. El caso más concreto es el de la eliminación
del Aedes aegypti, el mosquito que transmite el dengue. Pero mire lo que pasó:
en la década del ‘60 se lo declaró eliminado del Continente
Americano y en menos de 10 años había reaparecido y ahora se pasea
floridamente por todos lados, mucho más que en el pasado.

–¿Y una vacuna?

–Bueno, el parásito que produce el Chagas es un protozoo (microorganismo
unicelular). No hay vacunas hasta el día de hoy ni siquiera contra la
malaria, que es la principal enfermedad del mundo, transmitida por vectores
que afectan a mil millones de personas por año. Hay un millón
de muertos al año.

–¿Dónde?

–En Africa, por ejemplo.

–¿Y chagásicos en Argentina?

–Alrededor de dos millones y medio.

–¿Y es imposible una vacuna?

–Mire qué pasó con la malaria: hace casi 30 o 40 años
que se está investigando mucho y está en todas las agendas del
mundo.

–¿Y?

–Y nada. Lo que pasa es que el genoma de los protozoos es muy complicado.
Mucho más complicado que el de un virus.

–Entonces, la lucha contra el Chagas en la Argentina, ¿se está
ganando o perdiendo?

–Yo pienso que la tendencia es muy favorable. Si uno mira los valores históricos,
hoy las condiciones son mucho mejores. Pero si no hay políticas que apoyen
los controles en la parte rural, se vuelve rápidamente 10 años
hacia atrás. Esto es lo que ha pasado con el gobierno de De la Rúa,
que se dejó estar.

–No lo puedo creer...

–Se marchó hacia atrás un par de pasos. Pero históricamente
la cosa va bien. Por ejemplo, Jujuy es una provincia que históricamente
tenía problemas de Chagas y hace muchos años que está completamente
controlado. Han tenido una política de mucha continuidad. No es una de
las zonas geográficas más beneficiosas para el insecto y ha tenido
una red de agentes sanitarios muy eficaz.

–¿Es la única provincia?

–No, otras son Río Negro y La Pampa, por ejemplo. Hubo un decrecimiento
enorme de la gente infectada en esas provincias. Hay una mejora enorme. Pero
no es un mejoramiento parejo: Jujuy ascendió a Primera A y Formosa esta
en Primera D, Santiago entre Primera C y Primera B, para usar una metáfora
futbolística.

–¿Y la Capital Federal?

–En la Capital Federal no hay nada.

–¿Ni un caso?

–Ni uno.


Intervenciones

–¿Cómo
habría que intervenir científicamente para romper el círculo?

–Hemos detectado los puntos débiles de la estrategia que se utiliza
habitualmente (echar lo mismo en todos lados cada tanto, la misma dosis, en
cualquier momento). Ya sabemos que hay una época más apropiada
para tirar insecticida. Generalmente en épocas de temperaturas intermedias
porque los insecticidas (piretroides) tienen menor efectividad cuanto más
calor hace y cuanto más expuestos al sol están. Esta es una hipótesis
que estamos llevando al campo.

–¿Qué otras herramientas utilizan?

–Usamos imágenes satelitales para hacer un mapa espacial de las
viviendas. Esas imágenes satelitales permiten una resolución de
un metro cuadrado, con lo cual se puede medir distancia y averiguar qué
tipo de paisajes favorecen el fenómeno de reinfestación. Nosotros
lo estudiamos desde el nivel del piso. Ahora hay que mirarlo desde otra escala.


–Desde arriba.

–A partir de una base de datos que tenemos, se puede estimar cuál
es el riesgo de reinfestación según las distancias y la características
del paisaje. Esa es la otra línea de investigación que tenemos,
combinando datos empíricos del terreno con las imágenes satelitales
que ahora empezamos a utilizar. La idea es poder tener una descripción
modelada del sistema que permita saber cuáles son los puntos clave donde
intervenir. Es un proyecto a 5 años.

–¿Cómo organizaron el proyecto?

–Nosotros planteamos un proyecto de colaboración con varias universidades
de Estados Unidos para abarcar la escala desde lo molecular a lo satelital.
Logramos apoyo de los Institutos de Salud de Estados Unidos (NIH) para un proyecto
que se llama de “Ecoepidemiología del mal de Chagas en el norte
de la Argentina”, que si bien empieza en Amamá, tiene como objetivo
generar mapas de riesgo para Santiago del Estero y proyectos de investigación.

–¿Cómo es ese modelo matemático?

–Es un modelo muy cualitativo; quisimos ponderar cuál era el efecto
de perros, gatos y gallinas sobre la transmisión del parásito
dentro de la vivienda. Fue un modelo en base a datos empíricos. Ahora
lo que tenemos es 10 años de datos, casa por casa, dónde aparecieron
las vinchucas y si se aplicó o no insecticida.

–¿Y después mapean?

–Ahora eso lo estamos “georreferenciando”, o sea, cada sitio
donde apareció ahora tiene una coordenada geográfica. Entonces
lo que hay es un sistema que se está moviendo en el tiempo. En 6 meses
se ve si hubo o no vinchuca y de qué especie. Y también si se
utilizó o no insecticida. Y la idea es llevar este sistema a una descripción
matemática en cuanto a cuál es el riesgo de reinfestación
de cada una de las celdas (o casillas) y en base a esa descripción poder
hacer predicciones de dónde sería conveniente intervenir.

–¿Es un modelo de qué tipo?

–Es un modelo bastante sencillo, discreto, no son ecuaciones diferenciales.
Básicamente, se toma una vivienda y se describe lo que pasa. Ahora tenemos
múltiples viviendas. Dividimos el espacio en celdas, y cada vivienda
es una celda del espacio y hay otras celdas como corrales, que tienen una matriz
de distancia que conecta a toda la comunidad, y las probabilidades de reinfestación
de cada celda tienen que ver con esta distancia al foco que se detectó.
La última ola de modelos son básicamente discretos.

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