futuro

Sábado, 9 de febrero de 2002

OPINION

Qué hacer con los residuos peligrosos

Por Roxana Banda Noriega *

Sin duda la actividad industrial trae un montón de ventajas, es el índice de progreso de un país; aunque también tiene sus desventajas, como en lo que respecta a la generación de residuos. Pero no solamente dentro de la actividad industrial, sino en todo tipo de actividad estamos generando residuos. A veces los ciudadanos no percibimos directamente sus consecuencias, más aún cuando no existe un manejo y gestión adecuados. Recién se las percibe indirectamente a través de problemas de contaminación del agua o del aire, por ejemplo, sin ser conscientes de que nosotros mismos estamos también generando residuos de distinto tipo y peligrosidad, que tenemos que responsabilizarnos como sociedad y asumir el compromiso de darle una solución a este tema.
En el ámbito internacional, la política ambiental sobre residuos imparte pautas que deben ser atendidas. Como primer paso se debe tratar de generar la mínima cantidad posible de residuos, más si éstos tienen ciertas características de toxicidad o peligrosidad. En segunda instancia, los residuos generados deben ser reutilizados o reciclados –si tecnológicamente es factible– con reaprovechamientos de materia y energía. Por último, y agotadas las instancias anteriores, los residuos deben ser dispuestos de una forma segura que provoque el menor impacto posible al medioambiente y a las personas.
Aunque no existe una definición generalmente aceptada del peligro vinculado con un residuo, el término se usa para indicar la probabilidad de que un residuo cause un efecto adverso sobre la salud humana y el medio ambiente. En términos generales, de acuerdo con la Ley 11.720 de la provincia de Buenos Aires, se entiende por residuo especial a todo aquel que por su naturaleza represente directa o indirectamente un riesgo para la salud o el medio ambiente. De esta forma se cubren conceptos tales como tóxico, inflamable, corrosivo, reactivo, etc.
La actividad industrial genera residuos sólidos y semisólidos (o barros), líquidos y emisiones gaseosas que pueden revestir peligrosidad. Pero también hay una gran variedad de residuos domésticos peligrosos como aerosoles, limpiadores, insecticidas, medicamentos vencidos, pegamentos y barnices, entre otros. Los residuos radiactivos, si bien revisten carácter de peligrosos, no son considerados dentro de la legislación de residuos especiales ni están incluidos dentro de su sistema de manejo y gestión. Es un tema sobre el que tiene potestad el Ente Nacional Regulador de Energía Nuclear.

El manejo de los residuos
Un instrumento clave en el manejo de dichos residuos lo constituye el “sistema de manifiestos”. Dicho manifiesto es una especie de documento de identidad del residuo y el sistema permite hacer su seguimiento desde que se genera hasta que se dispone (“de la cuna a la tumba”).
Sin lugar a dudas, parte esencial de una adecuada gestión es garantizar un tratamiento de los residuos con tecnologías apropiadas y disposiciones seguras. En tal sentido, la instalación de una planta de residuos industriales sería beneficiosa en cualquier lugar del mundo si se cumplen los requisitos de la legislación, si las tecnologías son apropiadas, si existe un control y una auditoría continua sobre los procesos. La planta que centraliza el tratamiento de residuos da respuesta a los pequeños y medianos generadores de residuos, no sólo de la actividad industrial sino también de los hogares, talleres, imprentas, entre otras actividades.
En la provincia de Buenos Aires la radicación y habilitación de una planta para tratar residuos especiales exigen la obtención de un certificado de aptitud ambiental para lo cual se debe realizar una evaluación de impacto ambiental, una declaración de las tecnologías que va a emplear para estar inscripto en el Registro Provincial de Tecnologías (las que además deben estar avaladas por una unidad académica nacional o internacional), entre los principales requisitos técnicos contenidos en la Ley de Radicación Industrial y Ley de Residuos Especiales.
Una vez instalada la planta, su funcionamiento tiene un engranaje de suma importancia, y en el laboratorio –donde se controla el tipo de residuo que ingresa– se controlan las eficiencias de los procesos y se realizan los monitoreos dentro del medio físico donde está instalada la planta; esto implica controles de aire, de suelo y agua. Lógicamente, no existe una garantía del éxito en el manejo y gestión de residuos si no hay una fiscalización eficiente y sostenida por parte del Estado.

Los temores de la poblacion
La oposición de organismos ambientalistas al tratamiento de residuos especiales está dirigida a la técnica de destrucción térmica de dichos residuos, específicamente a la incineración debido a que es la mayor fuente de generación de dioxinas y furanos, compuestos sumamente tóxicos y de muy difícil degradación. Estos compuestos, en el medio ambiente, entran en el proceso de bioacumulación, es decir, se van acumulando en distintos organismos, inclusivo en el ser humano. Esta situación reviste mayor importancia en los países desarrollados donde la densidad de instalaciones de incineradores es mucho mayor que en Argentina. Sin embargo, los grupos ambientalistas no pueden desconocer que los residuos tienen que ser tratados.
Cuando se toma conciencia de la problemática de este tipo de residuos, se ve la necesidad de contar con una planta de tratamiento, pero la gente no quiere que esté en su patio ni en el fondo de su casa. Este es un componente que hace difícil este tipo de decisión. Existe el temor a que se reciban residuos de cualquier lado y que la situación se descontrole. Por eso es importante saber cuáles son las necesidades de cada región en particular, hacer un diagnóstico y una evaluación acerca de esos residuos que eventualmente serían tratados y saber en este momento donde van a parar. Muchas veces ocurre que se disponen en cavas donde se aprovecha que se “permite” tirar escombros y se utiliza ese camuflaje para disponer otro tipo de residuos.

* Docente de la carrera de Gestión Ambiental de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Tandil). Profesional de Apoyo a la Investigación de la CIC.

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