futuro

Sábado, 2 de agosto de 2003

ASTRONOMíA: HAY MAS ESTRELLAS QUE GRANOS DE ARENA

Millones de millones

Por Federico Kukso

Hay ciertas preguntas que vale la pena hacerse alguna vez. No porque vayan a tener una respuesta en el corto plazo (quizá nunca tal vez) sino porque el solo hecho de formularlas abre un abanico de nuevos interrogantes. Por ejemplo: ¿qué hubo antes del Big Bang?; ¿hay vida en otros planetas?; ¿qué hay del otro lado del universo?... y así. Aunque quizás una de las que surgen más frecuentemente cuando uno levanta la cabeza y mira al cielo es: ¿Cuántas estrellas hay en el universo?
Probablemente la respuesta más famosa fue inmortalizada por el gran astrónomo y divulgador Carl Sagan, quien llegó a afirmar en la serie Cosmos y en su último libro antes de morir, Miles de millones, que quizás haya diez mil billones de estrellas y cien mil millones de galaxias. Aun así, siempre consideró que esta cifra era un poco vaga y que claramente era una estimación, por lo que dejó abierta la puerta para que cualquiera que se atreviera tirase una cifra lo más cercana al número exacto total.
La semana pasada, un astrónomo de la Universidad Nacional de Australia se hizo eco de la apuesta y arriesgó un número, al menos para la cantidad de estrellas al alcance de los telescopios terrestres: 70 mil trillones de estrellas, 70.000.000.000.000.000.000.000, o simplemente 7x1022. La magnitud de esta cifra monstruosa, titánica... (pueden continuar los adjetivos grandilocuentes) se ilustra mejor si se pone de manifiesto que es incluso mayor que la cantidad de granos de arena que hay en el total de las playas y desiertos de la Tierra (7,5x1018).
Por supuesto, el doctor Simon Driver (tal es el nombre del autor del estudio) y su equipo no se tomaron la paciente y colosal tarea de contar estrellas una por una; podrían haber pasado en eso más de una vida. Lo que hicieron, en cambio, fue dividir el cielo en celdas y calcularon la cantidad de galaxias que allí habría. Luego, midieron el brillo de cada una de ellas con lo que estimaron la cantidad de estrellas que las galaxias y otros cúmulos estelares contendrían. Y finalmente multiplicaron ese número de astros por la cantidad de celdas en que habían dividido al universo y extrapolaron el susodicho número.
Según aseguran, el cálculo es el más preciso jamás hecho sobre el número de astros en el cielo ya que combina el mejor recuento de galaxias con las más modernas mediciones cosmológicas de la geometría del universo valiéndose de observaciones realizadas con los telescopios más poderosos del mundo, entre los que se incluye el Telescopio Anglo-Australiano, emplazado en la ciudad de Coonabarabran.

Más de lo que el ojo puede ver
Claro está que la cifra no es exacta. Los astrónomos no barajan números como 106.856.290.439 o 56.340.231.916 sino números redondos. Hay una razón: son aproximaciones o estimaciones, no una respuesta acabada o definitiva. Es el poder de la cuantificación lo que cuenta, y la posibilidad de afirmar que el número de estrellas está entre tal y tal límite.
Los astrónomos australianos bien hicieron al advertir que la cifra que propusieron es la de la cantidad de estrellas que se podrían observar desde la Tierra y no las que hay en todo el universo. Esta cantidad es muchísimo más grande, y aunque no la conocemos (aún), sí podemos decir que es menor que 10100 (el número de átomos del cosmos). Además, las estrellas se encienden y apagan (mejor dicho, nacen y mueren) todo el tiempo, por lo que el número no sería nunca estable. También hay que tener en cuenta que la luz de las estrellas que llega a los telescopios terrestres puede llegar a a tener millones de años de antigüedad por lo que aquello que se ve ahora puede ya no estar allí.
Como si esto fuese poco, los científicos tampoco están de acuerdo en cuanto a la cantidad de estrellas que hay en nuestra propia galaxia. Usualmente se dice que la Vía Láctea contiene entre 100 mil y 300 mil millones de estrellas.
De lo que sí se tiene certeza es que desde la Tierra no se pueden ver todas las estrellas que están ahí afuera. Los astrónomos (de profesión y aficionados) sólo se conforman con poder observar a simple vista entre cinco y ocho mil, la mitad en el Hemisferio Norte y la otra mitad en el Sur, dependiendo desde dónde se hagan las observaciones (el número decrece a medida que aumenta la neblina y la contaminación lumínica de las ciudades).
De todos modos, cada día se descubren más y más estrellas; hecho asombroso si se tiene en cuenta que el telescopio tiene apenas cuatrocientos años de vida (el primero fue construido en 1608 por el holandés Hans Lippershey y perfeccionado luego por Galileo y Newton), casi nada comparado con las cifras temporales astronómicas.
Antes de que se inventaran estos instrumentos ópticos, los astrónomos se tomaban el tiempo de armar catálogos con la posición de las estrellas a ojo pelado. Con el tiempo, las cosas mejoraron (y bastante): ya para la década de 1860 el astrónomo prusiano Friedrich Argelander (1799-1875) elaboró (telescopio mediante, claro está) desde el Observatorio de Bonn un catálogo estelar: contó 458.000 estrellas.

El libro de arena
Ahora bien, no es la primera vez que alguien se vale de la cantidad de granos de arena para manipular grandes números. Uno de los que se interesó en el tema, por obvias razones aritméticas, fue Arquímedes en el siglo III a.C. En su obra El Arenario, probó que el número de granos de arena capaz de llenar todo el universo podría contarse (dicho sea de paso, como el número más grande que usaban los griegos era la miríada –10.000– tuvo que inventar números de distintos órdenes, es decir, miríadas de miríadas de miríadas). Así, el número oscilaría entre 1051 y 1063. Pero si sólo se quiere estimar cómo es la situación arenera en la Tierra basta dividir el volumen total de arena (el producto de la extensión de todas las playas y desiertos del mundo) por el volumen de los granos (1 mm3). Total: 7,5 x 10 18.
Aunque no muchos lo sepan, los seres humanos se manejan con números tan grandes como éstos todos los días: la compleja maquinaria biológica del cerebro humano, por ejemplo, contiene millones de neuronas y más de 100.000.000.000.000 conexiones entre ellas. Como se ve, dentro de cada uno de nosotros también hay miles de millones...

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