Desde la Antigüedad clásica, los planetas fueron objeto de curiosidad
y devoción, asociados a los dioses. Fray Luis de León cantó,
como tantos otros poetas renacentistas, la armónica música de
las esferas. Pero precisamente en el Renacimiento surgía una nueva astronomía
que iba a dar respuestas cada vez más precisas, aunque menos musicales,
a la pregunta acerca de la naturaleza de los planetas. Y quinientos años
después, la geología, que parecía una ciencia sólo
orientada al estudio del planeta Tierra, es ahora una disciplina que estudia,
con medios a la vez tecnológicamente sofisticados e intelectualmente
desafiantes, la consistencia de los cuerpos celestes.
Quienes se encargaron de exponer sus renovadoras perspectivas sobre este tema
clave de la astrofísica contemporánea fueron la astrónoma
Mirta Gabriela Parisi (de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas
de la Universidad Nacional de La Plata) y el geólogo Ernesto Cristallini
(profesor adjunto del Departamento de Ciencias Geológicas, UBA) en el
Café científico número 8, titulado “Geología
planetaria: ¿de qué están hechos los planetas?”,
que organiza el Planetario Galileo Galilei de la Secretaría de Cultura
del Gobierno de la Ciudad en la Casona del Teatro (Av. Corrientes 1979), los
terceros martes de cada mes. El próximo Café científico,
y último del año, será el 18 de noviembre y el título
es “Vida artificial: el último sueño tecnológico”.
Levantate y formate
Mirta Gabriela Parisi: Para hablar de geología planetaria es fundamental
conocer los procesos de formación de planetas. La formación del
Sistema Solar y de los sistemas planetarios en general se da del modo siguiente:
una estrella se forma a partir del colapso del núcleo de una nube molecular
flotante. Algunas regiones de esas nubes moleculares poseen una densidad mayor
y el colapso gravitatorio del núcleo de esa nube molecular termina por
armar una estrella. Esa estrella, debido al colapso, rotaría a una velocidad
tan grande que la haría romperse. Pero entonces, ¿por qué
no se rompe una estrella?: porque por suerte se forma un disco en el plano del
ecuador de la estrella. Un disco de gas y polvo que tiene la misma composición
de la estrella y que da origen a la formación del planeta. El disco de
gas (en un 98 por ciento) y polvo (un dos por ciento) orbita entonces alrededor
de la estrella. Pero, ¿cómo se forman los planetas a partir de
ese disco de gas y polvo? Existen básicamente dos teorías: una
es la teoría de la inestabilidad gravitacional, que dice que los planetas
se forman por colapsos gravitatorios, de la misma manera que se forma una estrella.
La otra teoría se llama “teoría del planetesimal”.
Se supone que es la más aceptada por la comunidad científica,
aunque la anterior ha resurgido en los últimos cinco años. Yo
voy a hablarles de la teoría del planetesimal, porque la teoría
de la inestabilidad gravitacional no me permite, paradójicamente, explicarles
el tema de hoy, es decir, no me permite describir del todo las características
geológicas de los planetas.
Tenemos el colapso del núcleo de una nube molecular, una estrella central
que es el sol y un disco de gas y polvo alrededor. ¿Qué nos dice
la teoría del planetesimal? Que el disco de gas y polvo va a tener una
temperatura que va a ser alta en las partes que se encuentran cerca del sol
y más baja en la medida en que se encuentran más alejadas del
sol. Las partículas de polvo del disco colisionan entre sí y se
pegan. De este modose forman objetos de mayor tamaño. Las partículas
de polvo se distribuyen a lo largo de todo el disco y, si están muy cerca
del sol, se evapora el hielo (de agua, de amoníaco, de metano) que contienen.
Lejos del sol el hielo de esas partículas no se evapora porque la temperatura
es muy baja. Así, en la región de los planetas terrestres (Mercurio,
Venus, la Tierra, Marte) tendré partículas ricas en elementos
pesados. No voy a tener allí hielos. De nuevo: si me alejo del sol tendré
estos mismos elementos pesados junto a los hielos. Es decir, la zona de los
planetas terrestres tiene estructuras ricas en materiales pesados, y la zona
de los planetas gigantes tendrá una composición rica en hielos.
Esas estructuras, esos objetos, por un proceso de “coagulación”
se van agrandando, y al llegar a una dimensión de un kilómetro
se los denomina “planetesimal”. Y así como aquellas partículas
de polvo colisionaban y se adherían entre sí, ahora son estos
objetos, estos planetesimales, los que lo hacen. Y la evolución de estos
planetesimales dictará el curso de la formación de los planetas.
Ahora bien, ¿qué sucede con el gas? Básicamente, el gas
es hidrógeno. Y en la zona del sistema solar interior ese gas se escapa
con mayor facilidad. Precisamente, al ser pequeños los planetas terrestres
tienen menos fuerza gravitatoria como para poder retener las moléculas
de gas.
¿Cómo evolucionan los planetesimales hasta formar un planeta?
Del mismo modo: colisionando entre ellos y adhiriéndose. Tenemos a una
estrella central y a muchísimos planetesimales que dan vueltas a su alrededor.
En la medida en que un planetesimal adquiere más volumen tendrá
mayor fuerza gravitacional como para atraer a otros planetesimales. Los planetas
terrestres se formaron por este proceso de agregado, o “acreción”.
Algunos objetos (cometas, asteroides, ciertos satélites) son remanentes
de este proceso de acreción, es decir, planetesimales remanentes. Y sus
choques con otros objetos del sistema solar han producido colisiones importantísimas,
al punto que introdujeron en ellos modificaciones geológicas. Por ejemplo,
el agua de la Tierra ha sido traída por estos objetos.
Huellas de impactos pasados
Parisi (continúa): En una luna de Júpiter llamada Europa se observa
mucho hielo, una especie de rayas o surcos que son producto de la actividad
volcánica y varios puntos que son cráteres. Se cree que allí
hay posibilidades de encontrar vida (la otra luna en la que hay posibilidades
es Titán, de Saturno). ¿Por qué habría vida en Europa?
Porque hay hielo y actividad volcánica, y porque en el medio es posible
que haya agua. La luna que actualmente presenta actividad volcánica es
Io, satélite de Júpiter, lo que se debe a una fricción
por mareas muy importante, que promueve el propio planeta Júpiter.
En cuanto a la Tierra, en la península de Yucatán parece que se
produjo uno de esos impactos que ocurren muy de vez en cuando, y donde, al parecer,
cayó el planetesimal que hace 65 millones de años extinguió
a los dinosaurios. En Mercurio, en la Luna y en Marte se terminó la actividad
volcánica. Venus, por ejemplo, tiene una atmósfera importante,
y continúa, al igual que la Tierra, con su actividad volcánica.
Es interesante ver ciertos rasgos a partir de las colisiones: por ejemplo, que
Marte al parecer tuvo agua, pero que por sus propias características
no la pudo retener. Todos estos tipos de rasgos geológicos tienen que
ver con un proceso de formación. Durante muchos años, las teorías
se basaron sobre un único ejemplo: nuestro sistema planetario. Ahora
bien, resulta que a partir de nuevos descubrimientos hay modelos teóricos
que han quedado obsoletos. Uno de los principales problemas de la cosmología
es tratar de explicar la existencia de planetas gigantes extrasolares cerca
de suestrella. Es decir, según la teoría, los planetas gigantes
se forman lejos de su estrella, pero por algún proceso, que debe ser
explicado razonablemente, migraron al punto de quedar cerca del sol.
Bajo nuestros pies
Ernesto Cristallini: La idea de esta presentación es hablar de la geología
de los planetas, pero yo no voy a hablar de su formación, pues de eso
habló la doctora Parisi, sino de lo que pasó después de
su formación. Es decir, quiero hablarles de la posible actividad tectónica
que han tenido o no esos planetas. Pero sólo me voy a referir a los planetas
que llamamos terrestres: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte y la Luna, que no
es un planeta, pero que por hoy vamos a llamar así. Son planetas básicamente
rocosos, y por eso, se los puede tratar de un modo más geológico
que a los planetas externos. La densidad de los planetas terrestres es siempre
mayor a tres gramos por centímetro cúbico (recordemos que los
demás andan en general abajo de los dos). El “planeta” más
pequeño es la Luna, luego le siguen Mercurio, Marte, Venus y la Tierra.
Se trata de un rasgo muy importante, ya que el tamaño condiciona en cierta
manera la capacidad de los planetas de perder calor y, sobre todo, de retener
una atmósfera. El calor que tiene cada planeta es el motor de su propia
actividad tectónica. En cuanto a tamaño y densidad, el planeta
más parecido a la Tierra es sin duda Venus.
En la Tierra, nuestro acceso a la geología es directo. Y podemos observar
fácilmente que la densidad de las rocas que están en su superficie
es bastante baja. La corteza oceánica, en cambio, tiene una densidad
mayor. Esto significa que hay algo en el interior del planeta Tierra que posee
mayor densidad que su superficie. Ahora bien, los terremotos, además
de ser una desgracia para mucha gente, son para los geólogos una fuente
importante de información. A partir de ellos, por ejemplo, podemos saber
que la Tierra no tiene una graduación de densidad lineal (baja en su
superficie y alta en su interior), sino que hay capas que están separadas
en formas bien concretas. Mediante la medición de las ondas sísmicas
a través de esas capas se puede arribar a varios datos. Primero, accederemos
a la densidad de cada una de estas capas. Segundo, que la capa que recubre al
núcleo se comporta como un líquido.
¿Qué sucede con el resto de los planetas? En la Luna, donde se
han podido instalar sismógrafos, hay una corteza y posiblemente también
un núcleo. Ahora bien, si ese núcleo existiera, sería sólido,
es decir que no tendría un comportamiento líquido. Mercurio también
tiene una corteza y una densidad de casi cinco. Y a su vez tiene un campo magnético
asociado, por lo que se supone que una parte de su núcleo debe ser líquido.
En el caso de Marte se puede también suponer la existencia de una corteza,
de un manto y de un núcleo. Venus, al parecer, tiene una estructura parecida
a la de la Tierra. Pero, ¿por qué existe esta separación
de capas en los planetas? Al proceso de separación de capas se lo llama
diferenciación. La colisión de los planetesimales juega un rol
importantísimo en este proceso de diferenciación. La colisión
segrega minerales, los más pesados van hacia abajo y los más livianos
hacia arriba. De modo que a partir de esto se divide el núcleo del manto;
la formación de la corteza es posterior. Y en general tiene que ver con
la tectónica y la craterización, es decir, en los momentos en
que el planeta está ya un poco más consolidado.
Volcanes, cráteres y placas
Cristallini (continúa): Ahora quiero hablarles de los procesos de la
geodinámica de cada uno de los planetas. Es decir, los procesos que hacen
cambiar en el tiempo a ese planeta, desde su composición en capas hastasus
modificaciones tectónicas. Hablaremos entonces de tres cosas: de la craterización,
del vulcanismo y de la tectónica, separados sólo con fines analíticos
o didácticos. El impacto de los planetesimales origina la craterización.
Es algo que afectó a todos los planetas terrestres. La superficie de
la Tierra es la menos indicada para reconocer cráteres, porque todo lo
que la Tierra muestra en su superficie es muy nuevito. La Luna sí guarda
una buena historia de craterización, y mirando la Luna vemos qué
le ha pasado a un planeta terrestre hace muchísimo tiempo. La Luna está
plagada de cráteres y guarda un muy buen registro de ellos; y a partir
de ellos se pueden trazar mapas geológicos. Y observaremos que la mayor
craterización (en la Luna, en todos los planetas terrestres) se dio entre
los 3900 y los 3200 millones de años atrás. La Tierra, por supuesto,
también sufrió este alto proceso de craterización, pero
nuestra corteza no lo registra hoy por su intensa actividad tectónica.
Una actividad lo suficientemente importante como para borrar y reciclar sus
marcas en muy poco tiempo. De todas formas existen cráteres, como el
de Arizona, que tiene un diámetro de un kilómetro, o el de Yucatán,
que es de 170 kilómetros (y es también mucho más viejo;
data de alrededor de 65 millones de años); es el impacto que extinguió
a los dinosaurios.
En Mercurio se puede observar el cráter más grande del sistema
solar: tiene 1300 kilómetros de diámetro. Existen cráteres
simples que no producen grandes variaciones en la corteza, pero hay otros que
producen vulcanismo: su impacto provoca fusión en la roca de la corteza.
Y otros se denominan multiangulares, pues producen perturbaciones muy grandes
en la corteza que pueden ser disparadores de procesos tectónicos.
En relación al vulcanismo quiero que tengan presente al volcán
Lascar. Se trata de un volcán chico, y su proceso de formación
se vincula a la tectónica de la Tierra, algo que no es común en
los demás planetas. En Marte se encuentra el famoso Monte Olimpo. Un
volcán que tiene 500 kilómetros de diámetro y una altura
de 25 mil metros (recuerden que el Everest tiene apenas 8 mil metros). Este
es el tipo de vulcanismo que, en la Tierra, pudo haber dado origen a las semillas
de los continentes, es decir a las microplacas que luego formaron las macroplacas
continentales.
Hablemos ahora de la actividad tectónica. En la Tierra, hace 200 millones
de años, los continentes estaban juntos, y luego se separaron, y ahora
sabemos que este proceso se produjo por lo menos cinco veces; hay por lo menos
cinco Pangeas reconocidas a lo largo de la historia terrestre. A esta actividad
se la llama “tectónica tangencial”, porque hay grandes movimientos
de masas que son paralelas a la superficie. En el resto de los planetas terrestres
esto no pasa, pero sí hay, en algunos casos evidencia de una tectónica
llamada vertical. La Tierra y Venus tienen cortezas muy recientes. La Tierra
es muy llamativa porque tenemos zonas muy altas y depresiones bajísimas.
La topografía de Venus es mucho más pareja, lo cual indica otro
tipo de actividad tectónica: no quiere decir que aquí no haya
vulcanismo. Venus no es un planeta fósil. Y puede que se haya podido
producir allí tectónica de placas.
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