INUSUAL SHOW CELESTE EN LA MADRUGADA DEL MARTES
Doña Luna y sus dos luceros
› Por Mariano Ribas
Desde hace unos días, Venus y Júpiter, los dos planetas más brillantes del cielo, andan paseándose juntos por el azulado crepúsculo matutino. Parecen dos faroles blancos que, orgullosamente, prenuncian la salida del Sol. El singular dúo de “luceros” es una vista astronómica por demás atractiva. Y últimamente ha sorprendido a más de un desprevenido madrugador. Pero el martes, la Luna se sumará a la escena y, entonces, el espectáculo será decididamente imperdible.
Cada tanto, dos o más planetas parecen juntarse en el cielo. Esos encuentros se llaman conjunciones y son simples alineaciones visuales: en realidad, no se acercan (porque, obviamente, cada uno tiene su órbita alrededor del Sol y jamás se cruzan), pero vistos desde la Tierra, así parece. Las conjunciones planetarias más interesantes son, por lejos, las que protagonizan Venus y Júpiter, los dos astros más brillantes del cielo, después del Sol y la Luna. Y justamente en estos días, y por única vez en el año, ambas luminarias han vuelto a darse cita (en apariencia, claro). Se los puede observar fácilmente a simple vista, hacia las 5 de la mañana, mirando hacia el Este, a baja altura sobre el horizonte. Y a causa de sus respectivos movimientos orbitales en torno del Sol, cada madrugada cambian de posición entre sí.
Y hablando de cambios: el próximo martes, una fina Luna menguante aparecerá muy cerca del inusual dúo de luceros. En ese momento, nuestro satélite estará a casi 400 mil kilómetros de la Tierra; Venus, a 200 millones de kilómetros (500 veces más lejos); y Júpiter, a 900 millones de kilómetros (más de 4 veces más distante que Venus). Sin embargo, y por una mera cuestión de perspectiva, los tres astros más brillantes de la noche formarán un compacto triángulo en el cielo. Todo un lujo. Y como todo lujo tiene un precio: todo este despliegue astronómico ocurrirá a sólo 10 sobre el horizonte del Este. Por lo tanto, para no perdernos la función, tendremos que ubicarnos en un lugar con cielo abierto en esa dirección. Y madrugar, por supuesto. Pero a no dudarlo: valdrá la pena.