LO TECNOLOGICO Y LO IMAGINARIO
Las nuevas tecnologías como creencias y esperanzas colectivas
Daniel H. Cabrera
Editorial Biblos, 239 págs.

Hay algo en el pensamiento del filósofo Cornelius Castoriadis que conduce una y mil veces a su redescubrimiento. La imaginación y “lo abierto” como nudo y punto neurálgico de su análisis, su diseccionamiento de las determinaciones sociales y el rastreo infinito de las cadenas de lo que él bien llama “significaciones imaginarias sociales” que se sedimentan en el imaginario social para cristalizarse y así volverse naturales y aparentemente eternas e inamovibles. Con este marco teórico a cuestas, cualquier investigación ya parte con buenos augurios. Precisamente ése es el caso del ensayo Lo tecnológico y lo imaginario: nuevas tecnologías como creencias y esperanzas colectivas de Daniel H. Cabrera, actualmente profesor en el posgrado de Comunicación de la Universidad Veracruzana (México).

Como lo advierte desde un principio, lo que lo mueve, su punto de arranque es una inquietud: cómo ciertos acontecimientos se presentan como necesarios, incuestionables, y tanto los discursos empresariales, políticos, periodísticos, pedagógicos referidos a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación circulan con tanta fluidez en un cíclico y siempre renovado optimismo neotecnológico que caló hondo en aquel período de ensoñación colectiva que se cerró con el bluff del Y2K: la década de los noventa como la década de la autopista de la información, la explosión de Internet, el imperio de Bill Gates, la definitiva adopción social de la computadora primero y del teléfono celular después pero por sobre todo del auge de lo siempre “nuevo”: nueva economía, nuevas inversiones y nuevas constelaciones de significaciones asociadas.

En su pretensión por desentrañar esas dudas que tanto se anquilosan en el pensamiento crítico, Cabrera esquiva las aparentes dos actitudes posibles frente a lo tecnológico (la tecnofobia y la tecnofilia o el lema “se está conmigo o se está contra mí”) y se arroja vorazmente tanto a vislumbrar aquello que alienta a las nuevas tecnologías como a desentrañar lo que es valioso y deseable para una sociedad como núcleo de su obrar colectivo que, pese a la crisis de la idea de progreso, persiste caprichosamente en aferrarse al futuro como horizonte de esperanzas y expectativas.