Sábado, 22 de enero de 2005 | Hoy
NOVEDADES EN CIENCIA
Intelligentzia maya
NATURE
Todos saben que los mayas
conformaron una cultura por demás inteligente, pero pocos saben por qué.
Un grupo de astrónomos checos se ha propuesto contribuir a desasnar.
Los mayas eran inteligentes, sí, y mucho más de lo que hasta hoy
se creía. Según la teoría sostenida por los investigadores
Jaroslav Klokocnik y Fratisek Vitek, del Instituto Astronómico de la
Academia de Ciencias de la República Checa, las famosas pirámides
de la zona de Yucatán y los demás edificios que supieron construir
no fueron orientados según los puntos cardinales sino en relación
a los polos magnéticos de la Tierra. ¿Qué significa esto?
Que es ciertamente posible que los mayas conocieran la brújula antes
que los chinos, a cuya civilización suele atribuirse su invención.
Ergo, los mayas pudieron haber desarrollado la capacidad de la navegación,
una característica hasta el momento desconocida de su cultura, y haber
tenido en algún momento influencia sobre los océanos Atlántico
y Pacífico.
La investigación, que se extendió por casi dos años, arroja
una tercera polémica, referida al famoso calendario solar maya (denominado
Haab), íntimamente relacionado con los puntos cardinales y uno de los
más precisos que se conocen de civilizaciones antiguas: tiene un error
de 17,28 segundos comparado con el actual calendario gregoriano. Cada año
maya estaba conformado por dieciocho meses de veinte días cada uno (vinales)
y por cinco días “uayeb” o sobrantes. Según la teoría
de Klokocnik y Vitek, de haber conocido los mayas los ejes magnéticos
terrestres habría que volver a investigar la fecha de extinción
de su civilización, en la actualidad estipulada hacia fines del siglo
IX pero posiblemente más longeva.
Hasta el momento, la brújula parecía ser una creación china.
Se supone que las primeras, que para la mayoría de los historiadores
datan del siglo IV a.C., consistían en una aguja de piedra de imán
a la que se apoyaba sobre un trozo de madera, en el agua. Con ella, los chinos
creían poder predecir el futuro. Los mayas, como se ve, le atribuían
una finalidad más útil. Ellos no creían en inventos chinos.
SEGUNDO CEREBRO
SCIENTIFIC AMERICAN
La idea del hombre de la
Ilustración –munido de su razón y libertad soberanas para
develar y actuar en el mundo– sufrió un tropezón (que fue
caída) a comienzos del siglo XX. La había empujado mortalmente
un tal Sigmund Freud y su descubrimiento estrella, el inconsciente. Fue un cimbronazo
fuerte: al fin y al cabo, el austríaco planteaba que lo hecho y dicho
por el ser humano no siempre tenía mucho que ver con la voluntad y el
conocimiento, sino con aquella desconocida estructura psíquica que se
filtraba en los sueños.
Los años pasaron y la razón entronizada sumó un nuevo enemigo:
el estómago. Desde hace seis décadas el sistema digestivo es estudiado
puntillosamente como si tuviese mente propia. “El sistema nervioso del
intestino, por ejemplo, tiene los mismos tipos de células nerviosas que
el cerebro”, dice el anatomista Michael Gershon, de la Universidad de Columbia,
Estados Unidos. Pero eso no es todo: según parece, también hay
en ellos mensajeros químicos como la serotonina, hasta ahora sólo
encontrada en el cerebro.
Increíblemente, las investigaciones demuestran que el estómago
toma sus propias decisiones. Diferentes comidas requieren diferentes respuestas
y especiales programas de movimientos –llamados “peristálticos”–
coordinados por un nudo de nervios en el tracto digestivo de cien mil millones
de células nerviosas (más que en la médula). Los científicos
más extremos arriesgan que este segundo cerebro sería el responsable
de hundir a la persona en pozos de tristeza profunda y de alegría descontrolada.
Y otro dato para tener en cuenta: en total, el sistema digestivo hospeda un
asombroso zoológico de 500 especies de bacterias. La mayoría son
benéficas para el organismo, pero otras simplemente dañan, como
la salmonella y la campylobacteria, por ejemplo. Razón de más
para analizar eso de sentir mariposas en el estómago.
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