Sábado, 4 de junio de 2005 | Hoy
NOVEDADES EN CIENCIA
Gritar “whisky”, sonreír, apretar el botón y ... la foto casi nunca devuelve lo que uno imaginaba al posar. Cuando se creía que el photoshop había arrasado con la mayoría de las falencias que una fotografía podía representar, al punto de divorciarla de toda fidelidad con lo real, un novedoso sistema viene a tapar uno de los últimos agujeros negros de la imagen estática: los ojos entrecerrados que opacan tantos momentos dignos de lucirse en portarretratos. Un equipo de investigadores de la Universidad de Electrocomunicaciones de Tokio (Japón) acaba de desarrollar una cámara especial capaz de tomar quince cuadros en el medio segundo que sigue al click, escanearlos, analizarlos y seleccionar entre ellos la imagen “más apta”.
El sistema japonés es un hallazgo no sólo para las clásicas fotos de parejas enamoradas o de cumpleaños de quinceañeras: los propios especialistas aseguran que puede escanear y analizar las miradas de hasta treinta personas; como para que a nadie le caiga la culpa de arruinarlo todo. La versión comercial de la cámara, sin embargo, recién estará lista dentro de dos años.
Si la cámara digital, con sus repetidos e intermitentes flashes previos a la captura de la imagen, logró hacer olvidar el efecto “ojos rojos” (que convertía inmediatamente a todo ser querido en un energúmeno poseído por el mismísimo demonio), este sistema –también computarizado– es otra pequeña gran ayuda en la lucha contra seres malignos: ya no habrá más zombies en ningún álbum de fotos.
Lejos, lejos y aún más lejos, donde nada creado por el hombre ha llegado nunca, está la sonda Voyager 1: en las afueras del Sistema Solar. Lanzada en 1977 con el objetivo de conocer bien de cerca Júpiter y Saturno, la nave espacial estadounidense siguió adelante y enfrenta ahora el espacio y el gas interestelares, según anunció el Instituto de Tecnología de California (Caltech), Estados Unidos, dependiente de la NASA.
“La Voyager 1 ha entrado en la vuelta final de la carrera hacia el espacio profundo”, aseguró Edward Stone, científico del Caltech, confirmando una suposición que rondaba desde agosto de 2002 pero que no había podido confirmarse hasta ahora. Los magnetómetros a bordo de la Voyager 1 han registrado un ascenso súbito de la fuerza del campo magnético, al tiempo de que el viento solar –una ráfaga de partículas cargadas eléctricamente que fluye de manera continua desde el Sol– se ha vuelto más denso, se desacelera y aumenta su temperatura: es el llamado “shock de terminación”, y ahora se espera que la Voyager transmita señales claras desde el espacio interestelar.
En septiembre de 2004, la Voyager 1 alcanzó una distancia de 14 mil millones de km del Sol y es por lo tanto el objeto construido por el hombre en llegar más lejos. Es más, lleva una sorpresa para quien lo encuentre: en su interior guarda uno de los dos discos con sonidos de la Tierra, “Sound of Earth”, con grabaciones de saludos en distintos idiomas, música de Mozart y demás.
Pero todo tiene un final: se estima que la energía que emite el generador termoeléctrico radioisotópico que la mueve bastará para alimentar sus principales sistemas hasta el año 2020. Después, la Voyager será historia y será un record, hasta que algo (o alguien) vaya aún más allá.
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