Sábado, 20 de julio de 2002 | Hoy
NOVEDADES EN CIENCIA
Edificios
versus pajaros
Discover
Muchas aves tienen un enemigo silencioso pero letal: los rascacielos. Suena un tanto extraño, pero lo cierto es que todos los años millones de pájaros mueren en todo el mundo al estrellarse contra las ventanas de grandes edificios, especialmente de oficinas, que no apagan sus luces durante la noche. El dato, tan curioso como preocupante, proviene de un grupo conservacionista del Chicago Field Museum, encabezado por Doug Stotz. Y acaba de ser publicado en la revista Discover. Stotz y su equipo vienen estudiando el problema desde hace tiempo. Y así, por ejemplo, notaron que en los últimos dos años 1297 pájaros, principalmente gorriones, chipes y tordos murieron al chocar contra las ventanas iluminadas del McCormick Place, un centro de convenciones de 30 metros de altura en Chicago. Durante el mismo período, sólo 192 se estrellaron contra ventanas oscuras. Y sólo se trata de un caso. Por otra parte, el estudio de estos investigadores norteamericanos revela que la mayor parte de las colisiones ocurren durante el pico de los períodos migratorios, especialmente después de la medianoche. Por eso, Stotz y los suyos están pidiendo que los rascacielos y grandes edificios de oficinas apaguen las luces innecesarias entre las once de la noche y el amanecer. Y muy especialmente en los períodos migratorios de las aves (otoño y primavera).
El estudio de excrementos
de ballenas
nature
El método puede no resultar del todo agradable, pero estudiar las heces de las ballenas es permite averiguar sus costumbres alimentarias. El problema es que estos excrementos, a pesar de su enorme tamaño, se dispersan muy rápidamente. Y por eso parecía que la única forma de estudiar la dieta de estos cetáceos era matar a algún ejemplar para examinar su estómago. Pero Nick Gales, un biólogo de la División Antártica australiano, ha encontrado otra forma de averiguarlo sin encontrar una buena cantidad de excremento, sino apenas diminutas muestras fáciles de hallar en la superficie del mar. Y a partir de ellas realizar estudios del ADN que contienen. De esa manera se puede deducir con total precisión no sólo lo que ha comido una ballena sino también qué ballena, e incluso, si ese mismo animal tiene parásitos en sus intestinos. Conocer la dieta de estos mamíferos permite saber, por ejemplo, qué impacto tiene la pesca comercial sobre cada tipo de ballena, dice Gales, y tomar medidas restrictivas para las flotas pesqueras, para controlar la captura de los peces de los que se alimentan las ballenas. Por otra parte, estudiar los excrementos en lugar de sacrificar a algunos ejemplares elimina una de las razones con las que ciertos gobiernos vienen justificando la matanza de estos animales tan amenazados.
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