Sáb 09.11.2002
futuro

NOVEDADES EN CIENCIA

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Saturno a la vista

ASTRONOMY Dentro de algo más de un año y medio, y luego de haber pasado fugazmente cerca de Júpiter (a fines de 2000), la sonda espacial Ca-ssini-Huygens llegará a Saturno, su destino final. Y como para calmar un poco la ansiedad, la sofisticada sonda de la NASA y la Agencia Espacial Europea apuntó una de sus cámaras al planeta. El resultado es una fantástica vista (ver la foto) en la que según la jefa del equipo de imágenes de la misión, Carolyn Porco, “Saturno luce distante, misterioso y sereno”. En la fotografía, tomada cuando la Cassini-Huygens aún estaba a casi 300 millones de kilómetros del planeta, se aprecian varios detalles interesantes: distintos tonos en el globo, la sombra del planeta cayendo sobre los anillos (y, dentro de ellos, la famosa “División de Cassini”), y Titán, su luna más importante, que es el puntito que se ve arriba y a la izquierda. Aunque lejana, esta vista de Saturno ha sido muy bien recibida por los científicos que comandan la misión: “Es bueno saber que la cámara está funcionando bien”, dice el astrónomo Alfred McEwen. Ocurre que la última vez que la nave fotografió a Saturno (en julio de 2001), la imagen resultó muy borrosa. Por eso se decidió calentar la óptica de la cámara. Y parece que esa decisión fue acertada.
Actualmente, la Cassini-Huygens se está acercando a Saturno a casi 20 mil km/hora. Y aun así, no llegará hasta julio de 2004, más de dos décadas después de que fuese visitado por las célebres Voyager I y II. “Esta misión nos ha llevado años y años de trabajo –dice Porco–, así que es bueno saber que nuestro destino ya está a la vista”, dice Porco.

Una antigua pieza de ajedrez

Discover Parece que el ajedrez llegó a Europa mucho antes de lo que se pensaba. Al menos, eso es lo que sugiere una pequeña pieza descubierta en Albania por un grupo de arqueólogos británicos. El ajedrez habría nacido en la India hacia el siglo III. Según los historiadores, probablemente era un juego que a la vez servía como entrenamiento para planificar estrategias bélicas. Distintas piezas de ajedrez, que datan del siglo XII, han sido encontradas en varios puntos de Europa, desde Escocia hasta el sur de Italia. Y eso hacía pensar que ésa fue la época en la que el juego-ciencia llegó al Viejo Continente.
Ahora, la revista Discover informa que durante unas excavaciones en la costa de Albania, en lo que alguna vez fue una ciudad portuaria del siglo V, el arqueólogo Richard Hodges y sus colegas de la Universidad de East Anglia encontraron una piecita de ajedrez de cinco centímetros. Podría ser un alfil, o quizás un peón (ver ilustración). “La pieza fue encontrada en lo que alguna vez fue un hogar adinerado, probablemente perteneciente a un comerciante romano que realizaba negocios entre Europa y el Lejano Oriente”, explica Hodges. Y agrega que en uno de esos viajes, hace unos 1500 años, aquel mercader (y probablemente otros) debió haber traído el juego a su casa.

Un dolor de estómago de once mil años

NewScientist Al final, Colón no tuvo (toda) la culpa después de todo. Resulta que al Almirante de la Mar Océano y a los españoles se les han achacado, con justa razón, muchas cosas (aparte de la brutalidad inherente a la Conquista): por ejemplo, haber traído a América la viruela y la sífilis que resultaron luego letales para miles de indígenas.
Ahora, aparentemente, una investigación indica que una bacteria (la Helicobacter pylori), que infecta el estómago y se relaciona directamente con el desarrollo de úlceras pépticas y el cáncer gástrico, ha estado conviviendo con los seres humanos por lo menos desde hace 11.000 años. Un dato más que elocuente capaz de expiar culpas, ya que hasta ahora se pensaba que los europeos introdujeron la H. pylori a América en la época de Colón, allá por el siglo XV.
Ocurre que un equipo de la Universidad de Nueva York, capitaneado por el profesor de Microbiología, Martin Blaser, analizó el ADN bacterial presente en biopsias estomacales de dos grupos de voluntarios venezolanos de diferente origen étnico. Mientras que el primero estaba compuesto por individuos de ascendencia europea o mixta, el segundo lo conformaban sujetos autóctonos del Amazonas pertenecientes a una población de indígenas amerindios.
Sorprendentemente, los científicos encontraron la caprichosa bacteria en todas las muestras, aunque con una salvedad: las del primer grupo contaban con una variación genética presente en habitantes de Europa Occidental, y las del segundo, una alteración propia del este de Asia. Un dato que provee fuerte evidencia de que la bacteria estaba presente en los estómagos de aquellos osados hombres y mujeres que –según se cree– cruzaron el canal de Bering hace 11.000 años y colonizaron por primera vez América.

 

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