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Sábado, 27 de septiembre de 2003

NOVEDADES EN CIENCIA

Novedades en ciencia

Science
Más frío que el frío
Desde hace no más de dos décadas, físicos de todas partes del mundo se esfuerzan de mil formas posibles para arrimarse siquiera un poquito más al llamado “cero absoluto” (esto es, -273,16°C o 0°K, la temperatura más baja posible en la naturaleza), y así adentrarse en la naturaleza cuántica de la materia. Aunque saben que –según la termodinámica– esa temperatura es inalcanzable, ellos siguen y siguen para “ver qué pasa”: precisamente eso fue lo que hicieron recientemente unos investigadores del Massachusetts Institute of Technology (Estados Unidos) quienes lograron enfriar una masa gaseosa de sodio a la temperatura más baja hasta ahora conseguida: a tan sólo una medio milmillonésima de grado sobre el cero absoluto (un nanogrado K, con K de Kelvin).
El cero absoluto es el punto en el que todos los movimientos se detienen. Normalmente, los átomos rebotan independientemente en diferentes direcciones a altísimas velocidades. Pero cuando se los enfría casi hasta el cero absoluto, desaceleran de a poco hasta el punto en el que se condensan. A la nueva temperatura alcanzada, un átomo tarda ni más ni menos que 15 segundos en moverse un centímetro. El récord estaba en los 3 nanokelvins; ahora éste queda situado en 0,5 nanokelvins (o 500 picokelvins).
Teniendo en cuenta que a esas ínfimas temperaturas los átomos no pueden ser mantenidos en contenedores físicos, los científicos del MIT, dirigidos por el físico alemán Wolfgang Ketterle, se las rebuscaron con una serie de imanes cuyos campos magnéticos permiten contener la nube gaseosa sin tocarla.
Además de prometer con sus experimentos mejoras en las mediciones de precisión, ya sea en relojes atómicos o en sensores de detección de gravedad y la rotación, los físicos del MIT creen que van a poder conocer un poco más uno de los cinco estados de la materia, el llamado “condensado de Bose-Einstein” (los otros cuatro son sólido, líquido, gaseoso y plasma) predicho por Albert Einstein en 1924 y descubierto en 1995 por Ketterle, Eric Cornell y Carl Wieman (por el que recibieron el Premio Nobel de Física en 2001). En dicho estado, todos los átomos oscilan de forma coordinada, se juntan en una masa común que algunos denominan “superátomo” y se comportan como una especie de onda gigante, y no como átomos individuales.

NewScientist
Carnívoros: un viejo hábito evolutivo
Más allá de sus primitivas raíces vegetarianas, nuestros antepasados de hace 2,5 millones de años ya estaban listos para comer carne. El anuncio, que proviene del estudio de antiquísimas piezas dentales fosilizadas, confirma lo que sugerían hallazgos previos no tan categóricos. En 1999, en Africa, un grupo internacional de paleoantropólogos anunció el descubrimiento de huesos de animales con marcas que, en principio, parecían incisiones dentales humanas. Por entonces no había suficientes elementos como para echarles la culpa a los homínidos de aquellos tiempos. Pero, ahora, una investigación a cargo del estadounidense Peter Ungar (Universidad de Arkansas) refuerza esa posibilidad. Mediante microscopios, computadoras y equipos de escaneo por láser, Ungar y su equipo examinaron y compararon minuciosamente algunos dientes de Australopithecus afarensis (la especie de hace más de 3 millones de años a la que pertenecía la famosa “Lucy”) y otros pertenecientes a el Homo habilis (surgido hace alrededor de 2,5 millones de años, y primer representante del género Homo). Y llegaron a la conclusión de que los dientes de los Homo eran mucho mejores para comer carne que los de sus probables antepasados, los A. Afarensis. Fundamentalmente, porque eran más puntiagudos y afilados. “Los dientes con crestas más empinadas significan una mayor habilidad para comer alimentos duros, como la carne”, dice Ungar. Los primeros Homo, a diferencia de los parientes de “Lucy” (e incluso, de los actuales gorilas y chimpancés), ya estaban preparados para una dieta más carnívora. A partir de entonces, y debido a las crecientes necesidades calóricas y proteicas de cerebros cada vez más grandes y complejos, la tendencia no se detuvo.

Discover
Polémica climática
Hace un par de años, un panel de especialistas en temas ambientales de las Naciones Unidos hizo un anuncio que dio la vuelta al mundo: la década del ‘90, afirmaron, habría sido la más calurosa de la que se tenga registro. Y el siglo, el más caliente del último milenio. Sin embargo, un climatólogo estadounidense ahora dice que la cosa no es tan así. Y, lógicamente, ha desatado una tórrida polémica. Willie Soon (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics) y su equipo han publicado un paper donde, entre otras cosas, dicen que, en promedio, las temperaturas mundiales fueron más altas entre los años 800 y 1300 que en el siglo XX, un período al que llaman “medieval cálido”. La investigación se basa en cientos de estudios sobre indicadores climáticos de largo plazo, entre ellos, los clásicos anillos de crecimiento de los árboles, movimientos de glaciares, estudios de hielos, y materiales sedimentarios. Soon reconoce que los actuales niveles de dióxido de carbono atmosféricos son muy altos (uno de los gases culpables del famoso efecto invernadero), pero dice que este factor no opera de modo tan lineal y categórico. Más bien se inclina a pensar que las variaciones climáticas a lo largo de los siglos y los milenios tienen más que ver con fluctuaciones de la actividad solar. Por supuesto que hubo reacciones: Michael Mann (Universidad de Virginia), uno de los autores del informe de Naciones Unidas, dice que el paper de Soon “no es ciencia legítima” y que “ignora las inconfundibles señales de calentamiento global en la última parte del siglo”. La polémica continuará.

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