Sábado, 13 de marzo de 2004 | Hoy
NOVEDADES EN CIENCIA
ASTRONOMY
Nébula a la vista
En la época de los telescopios colosales, que adornan las grandes cumbres
o las órbitas como el magnífico Hubble, aún hay objetos
en el cielo que escapan a la vista del más profesional y atento de los
astrónomos. Así se entiende cómo la astronomía es
una de las pocas ciencias donde todavía los aficionados –con medios
mucho más precarios– desempeñan un papel activo e importantísimo,
por ejemplo monitoreando la variabilidad de las estrellas, detectando cometas
y descubriendo nuevas nébulas, como hizo el astrónomo amateur
Jay McNeil la noche del 23 de enero en Kentucky (Estados Unidos) cuando apuntó
su nuevo telescopio cerca de la constelación de Orión y fotografió
una luminosa nube de gas y polvo, restos, según expertos, de una estrella
en nacimiento, catalogada como IRAS 05436-0007.
Lo primero que este ahora famoso astrónomo amateur hizo después
de ver lo que vio en el cielo, además de refregarse los ojos y saltar
de alegría, fue llamar a su amigo Brian Skiff del Observatorio Lowell
en Flagstaff, Arizona, quien confirmó el hallazgo.
Lo curioso es que la tímida nébula no aparece en ninguna de las
colecciones astronómicas de objetos estelares que van de 1951 a 1991.
Si bien otro astrónomo amateur, Evered Kreimer, la reportó en
1966, nadie se dignó a estudiarla, ni siquiera a catalogarla, y terminó
siendo olvidada.
“Quedé absolutamente shockeado”, confesó luego McNeil,
instalador de antenas satelitales, y quien desde ahora puede alardear por el
barrio que hay un objeto a 1500 años luz de la Tierra que lleva su nombre:
la nébula de McNeil, cerca del complejo nebuloso llamado M78 en la constelación
de Orión.
Science
El mar de los microbios
Tal vez por asociación o por estar pegado a esa célebre (y tenebrosa)
zona popularmente conocida como “Triángulo de las Bermudas”,
al Mar de los Sargazos, ubicado en el litoral de –justamente– las
Islas Bermudas, no muchos se atreven a surcar (o al menos lo piensan dos veces
y, antes de embarcar, se aseguran de despedirse de todos sus familiares). Lo
cierto es que muchos aseguran no sólo haber encontrado allí la
excusa perfecta para no subirse nunca más en su vida a un barco o a un
botecito sino también haber hallado 1800 especies nuevas de microbios,
como acaba de anunciar el equipo de expertos en el genoma liderados por el multimediático
Craig Venter, del instituto Celera Genomics.
Los científicos, que analizaron a los organismos diminutos en una muestra
de agua y luego realizaron la secuencia del código genético, dieron
con 1,2 millón de nuevos genes. “Al tomar muestras relativamente
pequeñas de agua o suelo y usar las herramientas y técnicas del
análisis de la secuencia podremos identificar y caracterizar las vastas
legiones de organismos no vistos que viven en el ambiente”, dijo el siempre
simpático Venter, jefe también del Instituto de Alternativas de
Energía Biológica, en Maryland, Estados Unidos.
Lo más sorprendente, aseguran, fue el descubrimiento de 800 nuevos genes
para fotorreceptores, unas estructuras usadas por las criaturas marinas para
captar la luz. Hasta ahora, sólo 150 genes fotorreceptores habían
sido hallados entre todas las especies conocidas.
“Nuestro trabajo en el Mar de los Sargazos, un área que se pensaba
tenía una escasa diversidad de especies, ha revelado mucho de lo que
aún no se entendía sobre el océano y sus habitantes”,
expresó Venter, cuya cuenta bancaria crece día a día.
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