Sábado, 9 de abril de 2005 | Hoy
FINAL DE JUEGO
Por Leonardo Moledo
–Cada vez me inclino
más –dijo Kuhn–, a pensar que hemos perdido el hilo. ¿Qué
piensan nuestros lectores? ¿Hemos perdido el hilo en la Facultad? ¿Hemos
perdido el hilo en la fábrica de fósiles? ¿En qué
momento nos hemos apartado del fluir de la novela? ¿Qué piensan
nuestros lectores?
¿Para qué han servido tantos enigmas a lo largo de los años,
a lo largo de todo ese tiempo en el que nos internamos en el misterio de los
números? Un lector escribió desde Río de Janeiro planteando
una duda: ¿acaso el número nueve es mágico? ¿cómo
puede ser, si no, que si yo tomo un número cualquiera, absolutamente
cualquiera –entero positivo, desde ya–, digamos 678564342345 por
ejemplo, y cambio sus cifras como se me ocurra, y luego resto el menor del mayor,
siempre obtengo un número que es múltiplo de nueve?
69324
- 42639
––––––
26685 = 2965 x 9
Aquel lector estaba perplejo ante ese fenómeno, que sugiere que los números
se organizan y actúan por sí mismos, que tienen sus leyes y practican
juegos que desconocemos. Pero... ¿de qué sirvió jugar con
los números, internarse en el terreno del infinito, divagar sobre el
pro y el contra del Ser y del No Ser, evocar a los filósofos, como Epicteto,
o Diógenes.
Contaría, si cabe algún cuento de Epicteto, pero no recuerdo ninguno.
Contaría, si cabe, alguna anécdota de Diógenes, pero no
recuerdo ninguna. Dejo, entonces, propuesto este enigma: 1) ¿es verdad
que si yo permuto las cifras de cualquier número entero y luego resto
el menor del mayor obtengo siempre un múltiplo de nueve? 2) Y si es verdad,
¿por qué?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Es verdad? ¿Y es verdad que perdieron el hilo?
Correo de lectores
KUHN Y EL MUTISMO
Es plenamente comprensible: Kuhn sabe que abril es el mes más cruel.
No sólo engendra lilas de la tierra muerta: también es el tiempo
de los que abandonan Omelas. En abril se seca el Roble Mayor de Birkland, año
tras año en sus 1000 de existencia, dejando a Nottingham sin referencia.
Un abril profanaron la Piedra Scone y la llevaron a la Abadía de Westminster,
indiferentes a las imprecaciones del fantasma de Robert The Bruce, desvanecido
hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por falta de costumbre. Ciertamente,
abril no es un mes muy grato.
Desde que el Comisario Inspector se encerró en su mutismo, Kuhn no se
celebra ni se canta a sí mismo, ni se arroga lo que otros pueden arrogarse.
Lee sus clásicos preferidos de manera desorganizada, como le recomendó
Italo Calvino, y cada tanto clama a las Moiras: “¡Matadme la esperanza!
¡Matad a esa esperanza que piensa en la fecha final, en la fecha inmensamente
lejana!”, como gritaba aquel otro, que por fin fue enviado al infierno,
donde se le alivió la desesperación.
Por su parte, me contaron que el Comisario está concentrado en la lectura
del CCXIII volumen de la Encyclopedia of Spurious Science. Debe resolver el
caso de la olla repleta de oro y quizás allí encuentre una pista
que lo conduzca a la clave del enigma.
Un saludo.
Lic. Carina G. Cortassa
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