Sábado, 23 de abril de 2005 | Hoy
FINAL DE JUEGO › FINAL DEL JUEGO
Por Leonardo Moledo
Como no sabía qué hacer, Kuhn regresó a la Facultad y se aproximó temerosamente al Departamento de Biología, cuando vio que por los pasillos se acercaba caminando muy orondo el embajador de Inglaterra. Estaba radiante.
–¡Habemus Papam! –dijo alborozado–. ¡Habemus Papam, et Papam quem voluit et omnis volebant!, dijo en un dudoso latín. ¿No es maravilloso tener un Papa que se llame Benedicto, después de tantos Juanes, Pablos, Juanes Pablos y Píos? Por lo menos es un cambio y demuestra imaginación. Y además, es exactamente el Papa que yo quería.
Kuhn lo miró asombrado. Obviamente, no entendía qué podía verle de bueno al cardenal Ratzinger.
–Es que ustedes los izquierdistas –dijo el embajador de Inglaterra– están completamente confundidos. Quieren un papa progresista, que es una contradictio in adiecto, y que además es aburridísimo. Un papa debe ser un papa, no un revolucionario social. Yo quería un papa, no a Lenin, y el cónclave no me defraudó. Un papa debe ser medieval, reaccionario, arremeter contra la pérdida de valores, la concupiscencia, la confusión entre libertad y libertinaje, la promiscuidad, la teoría de la evolución. Sueño con que vuelva a condenar a Galileo, prohíba el libro de Copérnico, y restablezca el anatema contra los herejes. Y eso que yo soy anglicano.
–Se nota que ya no son un imperio –dijo Kuhn.
–Por supuesto que lo seguimos siendo –dijo el embajador de Inglaterra–. Ahora hay tantos imperios como hubo siempre. Y para mostrar que lo somos, voy a proponer un enigma: ¿quién fue Benedicto XV?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Quién fue?
EL COLOR ES UN ESTADO MENTAL
Kuhn nos plantea que los colores no existen en la naturaleza, sino que sólo son la reacción del nervio óptico ante los estímulos que envían las células de la retina. Siguiendo esta línea de pensamiento, ¿no tendríamos que aceptar que lo mismo sucede con los sonidos? ¿No es una realidad similar? Por tanto, los sonidos tampoco existen. (...) Pero, para nuestra tranquilidad, luego aclara que “el color es pura interpretación de los sentidos, el color es un estado mental, casi un estado de ánimo”. Una emoción, un sentimiento, agrego yo.
¿Cómo sería nuestra vida sin colores ni sonidos? No es fácil imaginarlo, pero viene a cuento la vida de Hellen Keller. Nacida en Alabama en 1880, víctima de una enfermedad a los diecinueve meses de edad quedó ciega y sorda, sumida en el silencio y la oscuridad hasta el fin de su existencia. Con el tesón de su maestra Anne Sullivan, y el empeño de la niña llegó en su adultez a ser escritora y conferenciante. La historia de mi vida es el título de su primer libro, que tuvo un éxito arrollador. Colaboró en la creación de la Fundación Americana para los Ciegos con el objetivo de ofrecer servicios a otras personas ciegas. Todo un ejemplo de vida.
Roberto Fedorovsky
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