Sáb 01.10.2005
futuro

FINAL DE JUEGO

Donde se produce un conato de rebelión

› Por Fernando Moledo

–Llegaron varias cartas contestando al enigma de los prisioneros –dijo Kuhn– pero la verdad, no pienso comentarlas ni hacer nada hoy en esta columna.

–Yo tampoco –dijo el embajador de Inglaterra–. Hoy yo no trabajo.

–Vaya novedad –dijo Kuhn–, los embajadores nunca trabajan. Van a cocktails y recepciones todo el tiempo.

–Y a columnas –aclaró el embajador inglés–, recordemos que todos los sábados por la mañana trabajo aquí.

–Bueno, es el sábado inglés –dijo Kuhn.

–Esto parece un conato de rebelión –dijo el Comisario Inspector–. Mi olfato policial lo detectó al instante. Ocurre que hay indignación porque le dieron un premio al autor de esta columna.

–Efectivamente –dijo Kuhn–. El premio nos corresponde a nosotros, que hacemos todo el trabajo. O a los lectores, que también escriben. Es lo que estoy pensando desde que fui a ver la obra de Pirandello que están dando en el San Martín.

–Ese impostor italiano –dijo el embajador inglés.

–Bueno –dijo el Comisario Inspector–, ya que las cosas están así, y antes de que alguien venga a reprimir, dejemos todo para el sábado que viene.

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Es justa la queja de Kuhn y del embajador de Inglaterra? ¿Y qué tiene que ver Pirandello?

Correo de lectores

PREGUNTAS Y PRISIONEROS

Se supone que la pregunta que debe hacer el prisionero es: “¿Si le pregunto al otro guardia cuál es la puerta que conduce a la libertad, cuál va a señalar?” Supongamos que la puerta A conduce a la libertad y la B al cadalso. Si el guardia interrogado es el veraz, contestará: “la puerta B”, y si es el mentiroso, también, ya que el veraz hubiera señalado la A. El prisionero, entonces, deberá salir por la puerta contraria a la de la respuesta. Pero la cosa no es tan fácil. En el enunciado del problema se halla presupuesto que ambos guardias se conocen y saben cuáles son sus características. Si no fuera el caso, hecha la pregunta al veraz, éste podría responder “no tengo la más mínima idea”, y el mentiroso podría responder “conozco la respuesta a su pregunta”. El mentiroso también podría contestar “no tengo la más mínima idea”, con lo cual diría una falsedad, pero no ayudaría en absoluto al prisionero.

Ricardo Víctor Guarinoni

PREGUNTAS Y PRISIONEROS II

La pregunta que debería realizar el prisionero es: “¿Qué puerta me indicará el otro guardia en caso de que yo le pregunte cuál es la puerta que conduce a la libertad?”. El guardia contestará que la puerta que le indicará el otro es la que conduce al cadalso. Si la pregunta se la realiza al guardia que siempre dice la verdad, el mismo (fiel a su estilo) no le mentirá y le contestará que la puerta que le recomendará el otro guardia es, nuevamente, la que conduce al cadalso. Luego, el prisionero debe escoger la puerta contraria a la que le sugiera el guardia (cualquiera de los dos) y será libre.

Javier Boccoli

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