Sábado, 25 de marzo de 2006 | Hoy
FINAL DE JUEGO
Por Leonardo Moledo
–La semana me dejó agotado –dijo el Comisario Inspector–.
–El recuerdo espantoso agota –dijo Kuhn–.
–Y más si uno es policía –dijo el Comisario Inspector– porque debo reconocer que, bueno, no sé cómo decirlo, pero no se vieron suficientes actos de la Institución en repudio al 24 de marzo.
–Yo diría que ninguno –dijo Kuhn.
–Eso es falso –dijo el Comisario Inspector–. Hubo por lo menos uno que organicé yo mismo.
–¿Y cuánta gente fue? –preguntó Kuhn.
–Bueno –dijo el Comisario Inspector–, en realidad estaba yo solo, pero eso no quiere decir que...
–Ya entiendo... –dijo Kuhn–. Ya entiendo ese asunto del cansancio y demás.
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Por qué no fue nadie al acto del Comisario Inspector?
En el suplemento Futuro del pasado 18 de febrero se publicó una nota titulada “Traficantes de recuerdos. El síndrome de la falsa memoria”, en el que se informa acerca de recuerdos falsos de abuso sexual, abuso ritual, etc., implantados deliberadamente o no por psicoterapeutas en su búsqueda de memorias reprimidas. Dicha afirmación se realiza a partir del estudio realizado por Elizabeth Loftus (“Perdidos en un centro comercial”), que ha sido cuestionado tanto en el orden metodológico como en el ético, sin mencionar que el estudio fue realizado con sólo cinco sujetos. La más prestigiosa asociación profesional en el campo del trauma psicológico, la International Society for Traumatic Stress Studies, elaboró un documento al respecto (www.istss.org/publications/CTR.htm). En él deja claramente establecido, en primer término, la existencia insospechada y abrumadora del abuso infantil, tanto sexual como emocional y físico, presente en todos los niveles socioculturales, realidad que se hace extensiva a nuestro país. Aunque en contra del sentido común, el “olvido” de tales experiencias traumáticas, por lo general sufridas a lo largo de años, es un mecanismo psicológico de supervivencia. El niño abusado por, digamos su padre, necesita de él para ser alimentado, educado, etc. etc., por lo que con sus defensas psicológicas inmaduras lo único que puede hacer es culparse a sí mismo y/u olvidar. Los estudios más actuales sobre neurobiología de la memoria proveen explicaciones a estos fenómenos. La memoria no es un proceso lineal y simple, y los recuerdos traumáticos parecen ser de una naturaleza diferente a los recuerdos ordinarios. Las reacciones psicofisiológicas asociadas con el miedo y el terror interfieren en los procesos normales, dificultando su normal codificación y posterior recuperación.
Dado el carácter reconstructivo de la memoria (los recuerdos no son guardados como una fotografía fiel), la recuperación de un recuerdo puede llevar a imprecisiones significativas e incluso llegar a ser ilusorio. Algunos procedimientos terapéuticos muy útiles y efectivos en determinados contextos, como la hipnosis, no son un buen instrumento de recuperación de memorias. Sin embargo, otras terapias en las que el terapeuta prácticamente no interviene en el contenido de lo producido por el paciente (como por ejemplo Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares, Reducción de Incidente Traumático, Terapia Cognitivo-Conductual, entre otras) son mucho más seguras y los recuerdos experimentados por los pacientes están prácticamente libres de contaminación.
Eduardo H. Cazabat
Psicólogo
Director Asociado de Revista
de Psicotrauma para Iberoamérica
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