Sábado, 6 de mayo de 2006 | Hoy
FINAL DE JUEGO › FINAL DEL JUEGO
Por Leonardo Moledo
–A ver –dijo el Comisario Inspector–. La respuesta que envió Eric Stokmahn es bastante clara respecto de la relación entre las palabras “asesinato” y delito y de alguna manera responde al enigma del sábado pasado, aunque no al problema de fondo.
–Bueno, depende –dijo Kuhn– en realidad, él responde desde el derecho positivo: es delito porque hay una ley que lo prohíbe. Al soldado le está permitido matar, y por lo tanto no es delito. En realidad es muy simple.
–Es simple si uno piensa en un juez –dijo el Comisario Inspector–. Un juez puede decir: esto es un delito porque existe una ley que lo sanciona como tal, y si no hay ley que lo sancione, no lo es (y eso suponiendo que las leyes y los hechos fueran puros y no sujetos a interpretación). Estoy de acuerdo con que un juez puede adoptar ese criterio puramente positivo, pero no un policía o un filósofo, que viene a ser prácticamente lo mismo.
–Todos lo sabemos –dijo Kuhn.
–Un filósofo se puede preguntar por qué esa norma llegó a constituirse, y no en el sentido histórico, sino en el sentido “lógico”. Personalmente, creo que si una norma alcanza el derecho positivo, es porque de alguna manera está violando el contrato social (previo a la construcción de la sociedad). Y eso significa que en el contrato social, matar en determinadas condiciones es algo malo... pero, nuevamente, ¿qué se le quita al que ha muerto? Es fácil contestar: la vida. Pero el que está muerto no es que está sin vida, simplemente no es. ¿Se puede condenar a alguien por no haber hecho nacer a alguien que no fue engendrado?
¿Qué piensan nuestros lectores?
Un diccionario informa sobre el estado actual de la convención social llamada “lenguaje natural” o sea, del significado con el que una comunidad usa los términos. Pero, más allá de que ese catálogo los incluya, al usar palabras como “asesinato”, “alevosía”, “delito”, pasamos al plano de los conceptos teóricos del Derecho Penal, cuyo sentido se define por razones que exceden el uso común. Por eso, la pregunta ¿por qué asesinar es un delito? no está mal formulada. Está mal respondida. Si “delito” se usa en el sentido técnico, asesinar lo es porque el Código Penal describe ciertas conductas a las que llama de esa manera y les atribuye una sanción. No hay nada implícito en las palabras “asesinato” o “alevosía” que conduzca a la idea de delito. De modo que la pregunta tiene sentido y no es una tautología (las tautologías, de paso, no carecen de sentido, carecen de información más allá de la que surge de ellas).
En el concepto de “asesinar” se encuentra el de “matar”. Tendría sentido preguntarse si el que asesina mata, pero esto sí que es una tautología. Observemos que “matar” es una conducta (es decir, un hecho) pero sólo adquiere la calidad de delito (“homicidio”, “asesinato”) a partir de un juicio de valor fundado en normas positivas, en cuya construcción intervienen recursos técnicos que sería largo explicar aquí, y entre los cuales se cuenta el requisito de que no exista un permiso, como el que tiene quien actúa en defensa propia.
El verdugo y el soldado matan, pero no cometen homicidio ni asesinato (dentro de ciertos límites) porque están autorizados para matar. Una conducta no puede estar prohibida y autorizada al mismo tiempo, lo que sería una contradicción. Todo esto es independiente de consideraciones morales o políticas sobre el acto de matar, ya que la pregunta no iba en esa dirección.
Eric Stokmahn
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