Sábado, 18 de noviembre de 2006 | Hoy
FINAL DE JUEGO
Por Leonardo Moledo
–Podríamos seguir con el tema de la traducción –dijo el Comisario Inspector– porque es evidente, por un lado, que es posible traducir, ya que no nos movemos en un mundo donde los hablantes de diferentes lenguas no se entiendan, y también me parece evidente que hay algún proceso de pérdida.
–Pero también mencionamos los umbrales –dijo Kuhn.
–Sí, y además, hay que pensar que hay un umbral de pérdida o de ganancia. ¿Qué pasa si el traductor es mejor escritor que el original?
–Bueno, pero en todo caso, hablamos de pérdida en el sentido de que no leemos lo que el escritor original escribió.
–Lo cual tal vez no sea muy importante –dijo el Comisario Inspector–. Lo que me parece claro es que un idioma es un sistema, pero que no todas las partes de ese sistema están rígidamente adosadas, de tal modo que nada pueda cambiarse. Tomemos “table”, en inglés (mesa), pero que, además, tiene componentes de “segundo orden”, porque remite a la palabra tabla. Lo mismo “chair” (silla), que además remite a “chair” como cátedra. Pero si uno toma la expresión “arrastró la silla y se sentó”, no creo que haya problemas. Claro que si hay un juego de palabras con “cátedra”, el juego de palabras es intraducible.
–Mi amigo Quine sostenía que no hay ninguna manera puramente lógica, o analítica, que permita descubrir una equivalencia. La postura de Quine equivale a decir que los diccionarios no existen. Pero en ese caso, ¿por qué no pensar en lo que significa el lenguaje para cada sujeto distinto? Desde ya, las palabras, o las novelas, son leídas desde diferentes experiencias subjetivas, biográficas, geográficas, aunque sean leídas en el mismo idioma. Por eso es interesante lo de los umbrales. Al fin y al cabo, si la diferencia entre un original y una traducción es menor que la diferencia entre dos lecturas desde experiencias distintas.... ¿dónde está el problema?
–A menos que se trate de poesía.
–No siempre, aunque reconozco que la poesía es un caso muy especial, porque muchas veces la sonoridad de las palabras, o la rima, introducen obstáculos que a mí me parecen en la mayoría de los casos insuperables. No me imagino a García Lorca en inglés.
–Pero hay veces en que hay verso libre.
–Ah, ahí me parece que sí. Por ejemplo, los dos primeros versos de La tierra baldía de Elliot me gustan más en castellano que en inglés: abril es el mes más cruel/engendra flores de la tierra muerta. Y ahora dejo un pequeño enigmita para nuestros lectores. Elliot pone abril, porque es el comienzo de la primavera en el hemisferio norte. ¿No debería entonces traducirse: setiembre es el mes más cruel/engendra flores de la tierra muerta?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Abril o setiembre?
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